Seis días después. Exterior noroeste de la ciudad RuSong.
Estaba asustado.
Corrió detrás de sus compañeros, pero sus piernas temblaban débiles después estar tanto tiempo ocultos. No habían podido comer desde hace más de día y medio, mucho menos dormir o descansar.
Estaba tan cansado que apenas podía entender cómo su cuerpo podía moverse.
Ahogó un grito cuando una de las flechas pasó muy cerca de su cabeza, respondiendo involuntariamente a su duda anterior.
--- ¡Nos estan alcanzando!
--- ¡Les dije que no debíamos venir aquí!
Ese y más gritos de protesta y miedo siguieron, al igual que su absurda carrera a lo largo del pequeño poblado y los terrenos circundantes. A sus lados, las ventanas y puertas eran cerradas y bloqueadas, los lugareños negándose a involucrarse en lo que era obviamente, una situación peligrosa.
Tembló.
Habían llegado hace menos de cuatro días atrás, pero en lugar del refugio que les habían prometido hasta que la batalla comenzara, las personas a cargo de llevarles suministros comenzaron a desaparecer una a una, incluyendo a tres de sus compañeros.
Las sospechas y la incertidumbre crecían, cuando, en la madrugada del día anterior, encontraron dos cadáveres con la insignia de sus aliados en la capital.
Comprendieron entonces que habían sido descubiertos y quien fuera esa persona, los estaba cazando uno a uno como si fueran roedores en la jaula de una serpiente.
Habían tenido que salir de su escondite y separarse en pequeños grupos, esperando que eso les diera la oportunidad de descubrir quien los tenía en la mira o al menos, desaparecer entre la población local.
Gritó cuando una de las flechas se incrustó en su pantorrilla, el terrible dolor haciéndole caer, sus manos sosteniendo la herida por inercia aun si sabía que había poco que pudiera hacer. El proyectil había pasado de lado a lado del músculo, así que para sacarla habría que tener la fuerza, la habilidad o el tiempo necesarios.
Y él no tenía ninguna de las tres al alcance.
--- ¡Alto! --- gritó desesperado cuando el grupo siguió corriendo, sin siquiera mirar atrás --- ¡Esperen! ¡Puedo seguir, de verdad, puedo seguir!
Pero no podía y el resto lo sabía. O no les importaba mientras ellos pudieran estar a salvo.
Por que así es como funcionaban las guerras y las crisis, nadie se preocupaba por nadie, correrían y tratarían de ponerse a salvo aun si eso implicaba sacrificar a otros para lograrlo. Cuando el riesgo de morir se volvía una sombra que te devuelve la mirada, tu verdadera naturaleza saldría a la luz sin importar con cuanta fuerza trataras de contenerla.
La violencia y el miedo tenían una forma muy peculiar de delatar a cobardes y ladrones, de sacrificar a héroes y mártires.
Y nadie entendía eso mejor, que el hombre que miraba a cada uno de sus objetivos caer.
Jiang Cheng levantó su arco y apunto, sus dos sirvientes, apostados en otros puntos del camino, imitando sus acciones y apuntando a sus propios objetivos. Con la mayoría de los caminos bloqueados deliberadamente, había pocos lugares dónde esconderse o a donde correr.
Los gritos e insultos continuaron junto al lamento de aquellos pocos, que al tratar de regresar para ayudar a sus compañeros caídos, resultaron heridos.
Era una canción nocturna que hacía estremecer a la población que se resguardaba dentro de sus hogares y que hacían su mejor esfuerzo por no asomarse a sus ventanas. Aun los más valientes, aquellos que siempre peleaban ante lo que creían injusticias, habían optado por el silencio cuando vieron la despiadada manera en que las flechas acertaban.

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Renacimiento del loto blanco
FanfictionLo último que JiangCheng escuchó, fue el acero cortando el aire, antes de ser decapitado. Cuando sus ojos volvieron a abrirse, los clanes se han transformado en familias, la corte imperial es el nuevo campo de batalla y sus enemigos están detrás de...