Un mes después.
--- Este erudito se retira.
Jiang Cheng apretó la mandíbula mientras hacía una reverencia a los nobles en frente suyo. Las pesadas e incómodas ropas sofocándolo un poco y su largo cabello, suelto casi en su totalidad, aumentando su incomodidad.
Joven amo, su inclinación es demasiado rígida, creerán que está siendo poco cortes. Con el eco de las palabras de uno de sus sirvientes recordándole lo precario de su situación, Jiang Cheng relajó la mandíbula antes de enderezarse.
Ya había pasado tiempo desde su llegada y aún no podía aparentar calma en estas situaciones serviles, hacía tanto desde que no fue subordinado de nadie, que esto solo estaba aumentando la tensión que ya endurecía sus hombros.
El día que llegó, despertó en medio del Chou Shi (1-3- a. m.) en una amplia habitación, que pese a ser una versión en caoba y negro de su alcoba en Yunmeng, para Jiang Cheng fue dolorosamente obvio que tanto el color violeta como el motivo de su secta, el loto, estaban ausentes. Sin embargo, fue el desconocimiento en los ojos de los sirvientes que reconoció como anteriores miembros de su secta, lo que le dejó en claro que el mundo donde creció estaba perdido.
Por un momento, la pena por lo perdido fue tan grande que se sintió abrumado, pero se negó a escuchar a esa parte de sí mismo por demasiado tiempo, levantándose de la cama con un brilló feroz en sus ojos. Ya había gritado al cielo su pérdida, no se daría más tiempo para ello.
Así que usó toda la noche para averiguar acerca de este lugar, todo cuanto pudiera mientras aprendía a interactuar con la gente en lo que parecía ser su casa.
Era curioso cómo en este lugar tenía su propia identidad, un pasado y hasta una ocupación. En realidad pensó que llegaría siendo una persona anónima y sin recursos, por lo que esto era una agradable sorpresa.
A la mañana siguiente había ido un sanador a visitarle y fue entonces que Jiang Cheng supo por qué aunque sus sirvientes le miraban extraño, respondían a cada pregunta que hacía sin mayor dilación que un parpadeo o mueca leve.
Parece que hace dos días atrás había tenido un accidente en el bosque, lo bastante grave para dejarle insconsciente hasta la noche anterior. Así que tanto el sanador como sus sirvientes pensaban que tenía amnesia.
No muy afecto al engaño, Jiang Cheng solo guardó silencio, dejándoles justificar como desearan su actitud y solicitudes, mientras aprendía cuales se supone que eran sus funciones en este nuevo lugar.
Tardó casi seis días en aprender los modales y la jerarquía, casi dos semanas en entender la geografía, economía e historia y solo hasta la tercera semana tuvo contacto con su supuesta familia, un grupo de ineptos cuyo único logro había sido obtener el favor del emperador hace cuatro generaciones atrás.
En este mundo, era Wang Yi, Shao JiangCheng, hermano menor del ministro de asuntos exteriores y nieto del anterior emperador por parte de una rama lejana a la familia principal. Su reputación como erudito y noble era ampliamente conocida y su apariencia física era valorada.
Como tal, tenía un rango lo bastante alto para que su presencia fuera bien aceptada en el palacio, aunque no lo suficiente para tener un lugar dentro de la corte imperial.
De eso se encargaba su "hermano mayor" a quién por cierto no había visto desde hace varios días, para su fortuna. Torpe e inmaduro, le hacía alegrarse de conocerlo desde hace un par de días, seguro ya habría golpeado al idiota en varias ocasiones si tuviera más tiempo aquí, tan patético era el hombre.
ESTÁS LEYENDO
Renacimiento del loto blanco
FanfictionLo último que JiangCheng escuchó, fue el acero cortando el aire, antes de ser decapitado. Cuando sus ojos volvieron a abrirse, los clanes se han transformado en familias, la corte imperial es el nuevo campo de batalla y sus enemigos están detrás de...