Fin del segundo arco: Alfil negro contra alfil blanco

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"Como un lamento, como un grito arrojado al vacío. Tiemblo con las manos estiradas entre las sombras, aferrando tu recuerdo como si de este dependiera mi salvación." A. B. Remeny



Una noche antes, casa de la familia XiaTian

Con solo un breve destello platinado, la silueta corrió hacia el joven, alzando la afilada arma con la intensión de cortar la garganta o apuñalar el expuesto pecho.

Wen Ning no tuvo tiempo de gritar por segunda ocasión, su voz cortada en un sonido ahogado cuando cayó sobre su espalda. La puerta detrás suyo había sido abierta y él empujado hacia el pasillo por el agarre doloroso de una mano desconocida.

Todavía en el suelo, levantó la vista justo a tiempo para ver a una segunda silueta enfrentando al intruso. Más grande que este, la segunda persona se defendía de los ataques, aunque todavía era obvia la diferencia entre sus habilidades.

¿Quién es? ¿Quiénes son?

WenNing no quiso esperar por una respuesta. Con piernas temblorosas y el rostro pálido, mantuvo la vista en los combatientes y se arrastró sobre sus rodillas y manos a lo largo del pasillo, hasta casi caer por el borde de las escaleras.

Usando el barandal para guiar a sus temblorosas piernas, bajó las escaleras casi arrastrándose, encogiéndose cada que escuchaba algún mueble romperse o el choque del metal de las armas, pero sin detenerse o mirar al piso superior.

Se preguntó cómo es que nadie escuchaba tal alboroto e iba en su dirección, pero desde que la casa estaba completamente oscura, sospechaba que no había nadie para atender su llamado aún si pidiera ayuda.

¡¿Dónde estan todos?!

Por fin llegando al final de lo que se sintió como una fila interminable de escalones, Wen Ning tanteó su camino en dirección a la despensa.

Alguien, por favor, alguien venga.

Alguien ayúdeme.

En su pánico, recordó que cerca de ahí existía un pasillo que los sirvientes usaban para salir de la casa, uno que te llevaba directo a la calle principal y que evitaba que los sirvientes cruzaran sus caminos con los habitantes o invitados de la residencia.

Abrió sus ojos tanto como pudo, aunque la oscuridad de la casa y el aterrorizante eco de la pelea saturaban sus sentidos.

Sintió el frío toque del pomo de metal justo cuando la vibración de alguien bajando la escalera le advirtió de que los intrusos le seguían. Con un grito atascado en su pecho, abrió y trató de correr hacia el interior... tropezando con algo en el suelo.

Con la respiración agitada por el miedo, quiso levantarse pero estaba resbaloso, un líquido espeso recubría el suelo y hacía inútil su esfuerzo.

--- J-joven amo...

El grueso y áspero susurró le hizo bajar escalofríos por la espalda.

--- M-ma-mayor-may ---se detuvo a sí mismo. Tal era su terror que ni siquiera podía formar bien las palabras.

Pero lo reconoció.

La voz del mayordomo Fen.

--- Corra --- un gemido y un sonido húmedo que le revolvió el estómago --- corra.

Y eso quiso hacer WenNing, pero su cuerpo no respondía. El líquido estaba caliente y el olor ferroso era imposible de ignorar. Ya no hubo forma de fingir que no sabía con qué resbaló antes.

Sangre.

Lo que poco a poco empapaba su túnica interior era la sangre de su mayordomo.

Por eso nadie había encendido las lámparas y velas, por eso nadie había ido en su ayuda.

Renacimiento del loto blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora