XIV Adiós al peón negro

2.4K 352 61
                                    

"La duda y el engaño, el miedo y la ignorancia. Dulce fruto de la más absoluta estupidez"          A.B. Remeny


Salón principal del palacio Baixue. Catorce días después del ataque.

Rojo y dorado en las paredes y columnas, elaborados grabados y cuadros de maestros pintores adornando la pared detrás del trono y las dos paredes laterales a este, pisos y puertas talladas de brillante y oscura madera, pulida y encerada hasta reflejar el interior del lugar.

Nadie podría alguna vez negar que el lugar era imponente y reflejaba el carácter rígido de su gobernante.

Dentro de la espaciosa sala, varias personas se encontraban de pie y hablando entre ellos. Con elaboradas vestiduras de color gris para los tres cancilleres, verde oscuro para los seis ministros y café para los cuatro generales del palacio, todos se mantenían en una ordenada fila que dejaba libre el camino desde las puertas dobles hasta el trono.

Sin embargo, esta no era la típica reunión matutina de la corte, desde que en medio del grupo uniformado, una solitaria figura con vestiduras violetas y morado oscuro, se mantenía en la posición más alejada del trono. Destacaba no solo por la sencillez de su ropa en comparación con el resto, sino también por el aura ausente que parecía enaltecerlo, pese a ser la persona con el rango más bajo en la sala.

Su largo cabello era sostenido por un brillante pasador de plata, con diminutos cristales azules colgando de los extremos, la palidez en su rostro, fruto del cansancio que implicaba estar herido, resaltaba el color melocotón de sus labios.

Nadie lo quería admitir abiertamente, pero entre comentarios y bromas, era obvio que el erudito Shao era el tema que más les interesaba discutir.

--- Veo que el joven erudito se encuentra mejor --- señaló el ministro de ritos al nervioso ministro de asuntos exteriores.

--- S-sí, así es.--- Respondió Shao Liang mientras mantenía la mirada en el suelo, temeroso de alentar más conversación al respecto.

Podía escuchar a cada funcionario hacer referencias sutiles de lo ocurrido, pero torpe como era e incapaz de contestar las oraciones llenas de dobles sentidos, prefería solo quedarse callado.

Esta ya era una situación frecuente para el pobre ministro desde hace casi tres semanas. Tres muy, pero muy largas semanas.

Como era obvio, Shao Liang había sido informado del estado de su hermano más joven solo unas horas después de que ocurrió el incidente. Como marcaba el protocolo, intentó verlo, pero su majestad negó el acceso a todos, solo los sanadores podían entrar o salir con total libertad de la habitación donde Shao Jiang era atendido.

Él joven amo ha despertado.

Él joven amo se está recuperando.

Esas eran todas las noticias que recibía, hasta hace dos días en que al fin pudo hablar con él.

Shao Liang se encogió otro poco, pensando en cuanto lo regañaría su padre por no cuidar de su hermano menor. Por culpa de su descuido, ahora la familia Shao había caído en la mira de las demás familias nobles, pasando de insignificantes sombras a los principales beneficiados de la familia imperial. A Shao Liang le preocupaba la salud de su hermano, pero conocía a la perfección lo viciosos que podían ser los otros funcionarios, en especial cuando de ganar poder en la corte se trataba.

Nadie en sus cinco sentidos desearía jamás estar bajo la atención de tales personas.

<<Yo me encargaré de esto. No importa lo que se diga, tú solo finge que lo entiendes.>>

Renacimiento del loto blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora