VII Torre blanca a D1

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¿Por qué demonios estaría ella en el palacio?, se preguntó a sí mismo, aquella ira hirviente acrecentándose hasta nublar su juicio

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¿Por qué demonios estaría ella en el palacio?, se preguntó a sí mismo, aquella ira hirviente acrecentándose hasta nublar su juicio. El eco del dolor y las lágrimas que esa mujer había causado, llenando sus sentidos como fango espeso.

En su anterior vida, año y medio antes de sus muertes, el primer jade había llegado con Bai Huanghou a su lado. Una chica tímida y asustadiza vestida con sencillas ropas de campesina.

<<Ella es Hong BaiHe. ¿Hermano, podrías escoltarla hasta el estudio? parece tener información sobre las desapariciones de cultivadores de las últimas semanas>>

Ese fue el comienzo de todo o al menos, fue la primera acción visible de Hong BaiHe. En las sombras y por años, esa mujer había susurrado en incontables oídos hasta obtener una red imposible de ayuda.

Si solo se hubiera dado cuenta antes, si en lugar de escucharla hubiera cortado su garganta, nada de esto...

<<Líder Jiang>>

El recuerdo de la voz de Zewu-jun resonó en su mente, devolviendo su atención a la situación actual con tanta velocidad, que lo hizo sentir un tanto aturdido.

Con el rostro tenso, sacó una de las dagas ocultas entre su ropa.

Zewu-jun.

Es verdad, había sido Lan XiChen quien llevara a BaiHe al alcance de las sectas, la pequeña mujer caminando a su lado a través del Receso de las nubes.

Si este día era ese día...

Su corazón comenzó a latir con fuerza, una anticipación no deseada comenzando a llenar sus venas y sustituyendo su sed de venganza con algo más, algo lleno de expectativa.

No es seguro, se dijo, no lo encontraste antes, podría no ser él.

Pero, debatió una voz en su interior, al igual que en el pasado, el líder Kuo se presentó como principal topo de BaiHe, así que quizá él sí había regresado, quizá de nuevo sería Lan XiChen quien presentara a su enemiga en el tablero de juego. Ciertamente se escuchaba una voz masculina devolviendo la conversación de BaiHe.

Reincorporándose, se asomó por el borde de la terraza con mucho cuidado de no ser visto por la persona que caminaba por el patio y justo un nivel por debajo de donde se encontraba Jiang Cheng.

La reina blanca, Hong BaiHe.

En este mundo era la segunda hija del ministro de justicia, Hong WeiChun, una que había estado ausente por varios meses y que de alguna forma aparecía ahora a su perfecto alcance. Con una postura recatada, vestía elaboradas túnicas de color marfil, rosa y rojo; su largo cabello castaño estaba arreglado con esmero y adornado con finas cadenas de plata, perlas y algunos pasadores de brillante rojo.

Caminaba a través del pequeño patio en dirección a la salida con tanta arrogancia que le hizo rechinar los dientes.

Esa maldita.

Renacimiento del loto blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora