Capítulo veintiuno

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Harry abrió los ojos. Se encontraba arropado por una manta vieja que Dharma (el indonesio) le había dado para tolerar mejor el frío. Hubiese sido mejor desconectar la baja temperatura del refrigerador de alimentos en el que se encontraban, pero eso supondría salir afuera y eso sería demasiado peligroso. Era de noche, y se podían escuchar ruidos extraños provenientes de las calles, eran similares a pisadas y a gruñidos.

La imagen de la niña deforme que había visto antes de llegar al pueblo inundaba su memoria. Le producía una extraña sensación, y así mismo, le parecía repugnante. Su cara, sus facciones desfiguradas habían sido protagonistas de su reciente pesadilla.

Se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, estaba empapado de sudor. Lucas y Dharma eran los únicos que estaban allí, y se encontraban profundamente dormidos. Pero ¿y Natalie?

Harry miró a todas las direcciones posibles. La manta con la que había arropado a la joven estaba allí tirada, y la muchacha no estaba. Se levantó minuciosamente, sin producir ruido para no despertarlos.

Abrió la puerta metálica y salió del refrigerador. Regresó de nuevo al pasillo de las chucherías, más adelante pudo ver la puerta de vidrio que llevaba hasta la salida del establecimiento, y que estaba perfectamente asegurada.

—Muchacha ¿Dónde estás?

Intento no alarmarse. No debía ser precipitado. Sabía que las emociones apresuradas e incontrolables hacía que la gente tomara decisiones locas y absurdas. Él no era esa clase de persona. Tomó aire, y simplemente se convenció de que la muchacha había ido al baño.

Recorrió el mercado. Notó algunas estanterías vacías, que antes no estaban así. Fue en ese momento cuando comenzó a imaginarse lo peor.

Fue hasta el baño de los empleados, la puerta estaba abierta, no había nadie allí...

—¡Natalie! —gritó con la respiración acelerada.

Nunca antes se había preocupado por nadie que no fuera su madre. Pero esos niños... Los hijos de Alex Lewis...simplemente sentía que debía protegerlos a toda costa.

Llegó hasta la caja registradora en donde había un trozo de papel con algo escrito. Lo cogió y leyó en voz baja:

Harry, por favor cuida de mi hermano. Sé que puede ser molesto y muy desobediente, pero por favor, haz esa última cosa por mí. Lamento desobedecerte. Pero no me puedo quedar así, sin hacer nada. Si no vuelvo... Quiero decirte que estoy agradecida contigo por salvarnos, pero ahora, debo ir a buscar a mis padres.

Lo siento. Natalie.

Llegó a la conclusión de que Natalie había salido del mercado. Se había ido.


***

Todos habían perdido la calma en determinado momento, pero luego de las palabras alentadoras de Richard decidieron no darse por vencidos.

El fuego estaba pisándole los talones. Estaban rodeados por las llamas que se propagaban con rapidez.

Jefferson y Omar tiraban de las puertas del elevador desde ambos lados, debían, por lo menos, abrir una pequeña abertura para que la barra de metal (que sostenía Richard) sirviera como palanca para abrirla por completo.

Omar era un hombre musculoso, y Jefferson también, pero aún así, las puertas no cedieron.

—Jass, querida... —Julia, por otro lado, arrastró el cuerpo de la joven hasta ellos para evitar que la consumieran las llamas frente a sus ojos.

Siguieron intentándolo.

No funcionó.

Richard no pudo contenerse más. Estalló hecho una furia. Con la barra de metal comenzó a golpear el breque del ascensor , ante los golpes chisporroteaba. Los cables del breque se rompieron, y luego de eso, un fuerte ruido se escuchó al otro lado del elevador.

Omar y Jefferson se miraron entre sí, y esperanzados siguieron forzando la puerta. Esta vez, fue mucho más fácil ya que consiguieron abrir una abertura y Richard metió la barra metálica.

Los tres hombres hicieron presión en la herramienta, usándola como palanca. Finalmente abrieron el ascensor.

—Sin cabina —murmuró Jefferson mientras se limpiaba las gotas de sudor —. Tendremos que subir por los cables.

Todos se cubrían la mitad del rostro con sus camisas para no respirar el humo.

—No hay tiempo. Julia ¿Puedes escalar? —le preguntó Richard.

Julia depositó un beso en la frente de Jass y se puso de pie. Llegó hasta ellos y asintió con la cabeza:

—Soy buena escalando.

—Ve tu primero, Julia. Te seguimos detrás.

Ella asintió. La ayudaron a aferrarse al cable grueso y resistente del elevador. Se impulsó, agarrándose fuerte, y comenzó a escalar.

Richard fue el siguiente, después Omar, y Jefferson optó por ir de último.

Lograron dejar las llamas atrás. Se habían salvado del fuego. Pero aún así... no sentían alivio. Jefferson tenía un mal presentimiento.

—Hasta el tercer piso... —jadeó Richard —. Encontraremos... la abertura a un ducto de ventilación.

Jefferson observó sus brazos mientras escalaba. Las venas se sobresalían de su piel por todo el esfuerzo que hacía, sus manos estaban sudorosas y le dolían.

—¿Qué pasa Julia? ¿Por qué te detienes? —preguntó Richard. Tuvieron que detenerse.

Julia comenzó a sollozar.

—Mis manos están sangrando. Me duele.

—Lo sé. Pero debemos soportar el dolor, solo sigue.

Jefferson miró hacia abajo. Habían avanzado muchísimo, pero les faltaba más por recorrer. El olor a humo seguía presente.

Omar comenzó a moverse, siguieron subiendo entre quejas y sollozos. Toda la situación era horrible, y dolorosa. Quedarse encerrados en un piso subterráneo y luego escalar por un cable terriblemente doloroso no era algo previsto, los tomó por sorpresa.

Sin embargo, a pesar de todo, Julia dio la señal de que habían llegado. A un costado, se encontraba la pared metálica, y también, la abertura del ducto de ventilación que los llevaría directamente al tercer piso.

—Voy a saltar —anunció Julia y sin preámbulos, se lanzó.

Se sostuvo de la escalera a un costado, y luego llegó hasta el ducto.

Richard fue el siguiente.

—El cable está vibrando —se inquietó Omar. Luego saltó y se sostuvo de la escalera.

Se escuchó un chirrido. Luego una alarma.

—¡El sistema está activo de nuevo! ¡El ascensor va a bajar! ¡Jefferson, salta!

Jefferson entró en pánico. Tomó impulso y se lanzó antes de ser atropellado por el ascensor, que comenzó a bajar a toda velocidad.

Estado de Emergencia [Saga Descontrol #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora