Capítulo cinco

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El recorrido no duró mucho. Avanzaron por los ductos que cada vez se hacían más estrechos. Estar allí se volvió demasiado sofocante, el calor y la falta de aire fresco contribuyen a la desesperación. Sin embargo, cuando pensaron que no podían más, al fin Eithan dio la señal de que ya habían llegado a su destino.

Eithan se aseguró de que no hubiera nadie al otro lado, luego, empujó la rejilla de una patada. Fue el primero en salir, le siguió Matías y por último Cris, quien aún estaba consternado, y dijo:

—Creo que sí soy claustrofóbico.

Y se tocó el pecho, que le subía y bajaba de forma anormal. Cris sudaba como si acabase de correr en una maratón.

Llegaron a un pasillo ancho, y más allá se podía distinguir la puerta de acero que según los planos del lugar, llevaban directamente a un elevador de carga. Se apresuraron hacia la puerta y notaron que en la parte superior permanecía una cámara de vigilancia.

—Sonrían a la cámara —comentó Eithan y sonrió. Pero a Matías no le hizo ninguna gracia.

—¡Ustedes tres! ¡Deténganse ahora mismo!

Los gritos de un soldado que corría por el pasillo los dejó paralizado. Tras él, llegaba otro grupo preparado con sus armas.

—¡Rápido Matías! —chilló Cris. Matías sacó la tarjeta del bolsillo, se acercó a la puerta y la insertó. Sin embargo, la puerta no cedió. Lo volvió a intentar.

Los soldados estaban cada vez más cerca.

—¡Quietos o disparamos! —amenazó otro de ellos y Cristian gritó aterrado.

Eithan le arrebató la tarjeta, la pasó por el aparato sucesivamente, luego la volteó y finalmente una luz —que antes estaba roja— se tornó de verde y la puerta del ascensor se abrió.

Entraron rápidamente, pero Cris se quedó afuera, paralizado por el miedo. Antes de que la puerta del ascensor se cerrará, Matías lo agarró del brazo y lo empujó hacia el interior.

La puerta se cerró, y por un instante oyeron los bramidos furiosos de los soldados al otro lado.

—Eso estuvo cerca... —masculló Eithan y suspiró.

—Nos amenazaron con dispararnos —Cris se tiró al suelo con la respiración acelerada —. Estuvimos a punto de morir.

—No es así. Solo fue una amenaza. No planeaban dispararnos de verdad.

—¿Y como carajos estás tan seguro de eso? —exigió saber Matías. Estaba alterado, el corazón le latía mil veces más rápido de lo normal.

—Bueno... no le dispararían a unos niños —le contestó.

—¿Entonces nos estás usando de escudo? —a Matías no le agradó la idea. Frunció el ceño y mantuvo la mirada firme —. Nos estás poniendo en peligro. Entiendo que todo esto es por tu esposa, pero pienso también en el lío en el que nos has metido.

—¡Venga ya, muchacho! No te quejes, ustedes también querían ser parte de esto —replicó Eithan enfadado.

Cris interrumpió:

—Chicos, el ascensor no se mueve.

Efectivamente, el ascensor no estaba descendiendo.

—¡Genial! ¡Lo que faltaba! —exclamó Matías y soltó una risa sarcástica.

Al lado de la puerta se encontraban diversos botones, Cris tocó uno de ellos pero no ocurrió nada.

—Intenta con otro —le pidió Eithan. Cris así lo hizo, pero aún nada.

Estado de Emergencia [Saga Descontrol #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora