Capítulo treinta

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Narra Alex

Estaban reunidos en torno a Jonathan, el cual maniobraba el dron con un control de último modelo, con la capacidad de realizar múltiples acciones. Llevaba puestas unas gafas de monitoreo, las cuales eran similares a las que se usan para la realidad virtual. Además, todo lo que él podía ver a través de estas se transmitía a una enorme pantalla en la sala de sistemas, lo que proporcionaba que todos los presentes vieran en vivo y en directo el recorrido del dron.

—No hay nada fuera de lo común —informó Jonathan decepcionado.

—Sigue buscándolos. Ve al pueblo Bernon, quizás encontremos algo —le pidió Jefferson. Se mantenía de brazos cruzados, demostrando serenidad.

—Está bien. Pero según tengo entendido, ese pueblo fue evacuado. Hay presencia de criaturas allí.

El dron siguió sobrevolando la zona. No se veía nada, ni personas, ni criaturas. Todo estaba desolado.

Al llegar a Bernon, solo pudieron vislumbrar, atónitos, la soledad de la zona, y sin hablar de los rastros de sangre que decoraban las aceras. Las calles estaban agrietadas, muchos autos volcados o estrellados contra postes y viviendas. La imagen en sí era aterradora.

—Detecto calor —avisó Jonathan —. En la escuela. También detectó calor en lo que parece ser una tienda.

—Era la escuela de Lucas —murmuró Margaret a su lado. Alex solo asintió y le pidió al informático que se acercara al edificio.

Jonathan siguió la figura detectada por la cámara termográfica. Adentro había una persona, parecía una chica.

—¿Qué está haciendo? —preguntó el adolescente dando un paso al frente para ver mejor —. ¿Es posible quitar el detector de calor? Necesitamos ver en detalle, para saber si es su hija.

Jonathan estuvo de acuerdo y así lo hizo. La cámara pasó de ser termográfica a una sencilla. El color volvió a la pantalla. El dron estaba frente a una de las ventanas rotas, y aquella ventana daba al pasillo en donde estaba la chica.

Parecía una adolescente. Alex recuperó la esperanza.

—Está tratando de abrir el casillero —supuso Jefferson.

—Ella...es... Natalie —tartamudeó Margaret y dejó escapar un sollozo.

A Alex se le llenaron los ojos de lágrimas. Aquella chica que estaban viendo era su hija. Si, definitivamente era su hija Natalie Lewis. Ella estaba forzando un casillero, lo golpeó varias veces hasta que logró hacer que cediera. Abrió la puertecilla y sacó del interior a un niño pequeño que no paraba de llorar.

—¡Es Lucas!

—No, amor —Alex negó con la cabeza y la tomó de la mano —. Ese niño no es nuestro hijo. No es Lucas.

—¿Qué está haciendo ella?

—Creo que lo está salvando. Estaba encerrado.

—¡Silencio! —chistó Jonathan —. Todos hagan silencio.

Natalie cargó al niño en sus brazos; este era moreno y calvo, con unos anteojos rotos y en mal estado. Al parecer el niño estaba herido ya que su uniforme estaba manchado de sangre.

El pequeño detectó el dron fuera de la ventana y lo señaló. Natalie se dio la vuelta, dejando entrever su hermoso pero maltratado rostro. Unos horribles arañazos surcaban su rostro.

Margaret se echó a llorar. Alex no pudo contenerse más y también lloró. Estaban felices, aliviados y esperanzados al ver a su hija con vida.

Su hija estaba viva. Estaba herida, pero viva.

Estado de Emergencia [Saga Descontrol #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora