Narrador omnisciente.
Nayeon había llegado a la ciudad Hikokamura sin mayores inconvenientes. El viaje que normalmente le tomaría alrededor de unos catorce días aproximadamente, esta vez logró completarlo con la mitad del tiempo necesario ya que no hizo paradas innecesarias mucho menos trató de tomarse descansos prolongados ante la preocupación que sentía de que algo pudiese salirse de su control. Los caballeros que le acompañaban no mostraron señales de estar en desacuerdos con la decisión que ella había tomado, como de costumbre se mantuvieron en un completo silencio aceptando cada acción que ella realizaba sin cuestionar el por qué lo estaba haciendo, es más, hasta Hyeon quién era conocido por ser un idiota prepotente y por el cual se esperaba que realizara algún tipo de queja, se había estado manteniendo calmado en el interior del carruaje observando desde la ventana el deslumbrante paisaje sin estar muy interesado por su acompañante. Los primeros días de viaje Nayeon se mantuvo con sus ojos fijos en el exterior, observó con tranquilidad el panorama fingiendo por completo que Hyeon no estaba en el mismo espacio en el que ella se encontraba; a pesar de que habían realizado una extraño acuerdo mutuo para encontrar las respuestas que tanto ambos anhelaban seguía sin ser suficiente como para poder arreglar el evidente desagrados que ambos sentían por el otro. Para no empeorar las cosas entre los dos, la más joven decidió simplemente llevar las cosas con calma para no hacer del viaje más pesado de lo que ya en sí, estaba siendo.
Nayeon había sido una ingenua que creyó tontamente que sería capaz de manejar todo tipo de situaciones, pensó que, como ya habían transcurrido un par de meses estaría preparada para pasar por la zona donde su vida había cambiado por completo, donde había perdido lo único que dio por hecho que mantendría a su lado. En el momento que el carruaje junto con los caballeros traspasaron la zona de tierra, el corazón de la joven princesa no tardó en comenzar a palpitar con un grado de violencia que lastimaba mientras que sus delgadas y finas manos femeninas se sacudían sin parar sobre su abultado vestido. Asustada se llevó su temblorosa palma contra su pecho sintiéndose repentinamente sofocada por lo que estaba viendo, con la ansiedad desbordando de sus bonitos ojos dorados como el oro decidió desplazar su vista en dirección de Hyeon notando como este simplemente se había quedado quieto con el rostro pálido idéntico al papel y la mano sacudiéndose sin parar sobre su asiento en señal de estar asustado: ambos no tardaron en comprender que el otro estaba recordando distintos aspectos de la lucha que tantas vidas se había llevado en tan solo cuestión de minutos. Nayeon se había equivocado, ahora lo veía, el trauma que creyó haber superado estaba latente en lo más profundo de sus crueles pensamientos. Por instinto giró su rostro notando como el resto de los chicos estaban reaccionando, al parecer, todos recordaban frescamente lo que habían perdido, pero aun cuando era evidente el miedo que recorría su espina, hicieron el mejor esfuerzo por no quebrarse al identificar que habían estado caminando por la zona donde meses atrás habían sido violentamente atacados.
Se podría decir que ese fue el único momento donde Nayeon estuvo complicada ya que el resto del viaje todo se mantuvo con una completa tranquilidad que la hizo sentirse inquieta, tanto era su temor de que las cosas pudiese salir mal, que solo cuando el carruaje logró ingresar por las grandes puertas de la ciudad ella fue capaz de respirar con tranquilidad. Por impulso se llevó una de sus manos en dirección de su rostro presionando sus dedos sobre su piel para tratar de fingir el estar bien aun cuando sabía que era evidente el hecho de que estaba aliviada. Hyeon, su acompañante simplemente se mantuvo en un completo silencio con su único hombro apoyado contra la ventana, sus ojos, aquellos característicos color miel se mantuvieron en todo momento fijos en cada movimiento que ella había estado realizando desde que habían superado la zona que tanto daño les causó, la vio realizar movimientos que estaba casi seguro que ni siquiera ella era consciente de ellos, no supo que decir, no le agradaba, pero sabía que ella era lo único que su amada realmente quería proteger, así que aceptó las cosas. A pesar de la evidente indiferencia que había en su actitud arrogante, el chico de todas formas elevó su mano presionando sus dedos sobre el cristal, le dio unos suaves toques que ni siquiera llamaron la atención de su acompañante, pero fueron más que suficiente para que el silencioso Hwan se percatara de ello: el chico de cabello blanco desordenado y enorme cicatriz que cubría casi la mitad de su atractivo rostro simplemente giró su rostro observando sin pronunciar palabras la forma en que él había movido su mentón, permitiendo que sus ojos azulados se centrarán en la princesa. Hwan no cambió su indiferente expresión, tras asegurarse de haber visto bien simplemente ignoró a Hyeon para comenzar a trasladarse con su caballo en dirección de donde estaban los caballos que tiraban del carruaje. Los ojos de Jackson quien a simple vista parecía no estar muy interesado a su alrededor bruscamente fueron a parar en su compañero, no hubo un traspaso de palabras como tal, tan solo se miraron siendo más que suficiente para entender lo que ocurría. Para la sorpresa de la princesa el carruaje no tardó en orillarse causando que Nayeon por fin le prestara atención a su acompañante. Lo observó en un completo silencio notando como él le sostenía la mirada por un par de segundos para luego simplemente observar el exterior, como si le estuviese diciendo que podía demostrar sus emociones ya que no tendría otro momento para poder ser tal cual era en verdad.
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The Return Of The Villain [II]
FanfictionLuego de que Mina hubiese sido considerada oficialmente fallecida, el Duque apoyó completamente a la princesa Nayeon en espera de poder conseguir su tan anhelada venganza, sin saber que su hija se encontraba al otro lado del reino haciendo todo lo p...