Capítulo 17

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Halloween 2

Frente a mí se encuentra mi madre disfrazada de chuky con un overol de mezclilla, una camiseta manga larga con rayas blancas y rojas, el cabello pelirrojo suelto; este le llega a la altura del hombro, y no pueden faltar sus tenis converse rojos.

Está acompañada por una mujer vestida como Marilyn Monroe con su vestido blanco y una peluca rubia, su boca pintada de rojo y unas zapatillas demasiado altas como para partirse el cuello si se llega a caer.

—Lo siento —dice mi madre mientras se retira tomando de la mano a su acompañante, supongo que para no perderse entre la multitud de personas.

¿Qué es lo que hace aquí? A su edad no debería de venir a lugares como éstos que son para jóvenes que buscan divertirse. No es que sea una anciana con sus 43 años de edad luce bien, es físicamente parecida a mí sólo que ella tiene  pecas en la nariz y mejillas.

—¿Esa era Julianna? —me pregunta Andy.

—Si era mi mamá, no entiendo que hace aquí.

La busco con la mirada en la dirección a la que se fue, pero no logro encontrarla entre tanta gente bailando y las mesas llenas. Estoy casi segura que no vino aquí a buscarme, ya que yo no le dije que iba a venir aquí y por lo que me di cuenta no me reconoció a mí ni a Andy.

—Bailemos y olvídate de que está aquí, además no nos conoció —toma mi mano y nos acercamos a donde está Yanis.

La música movida no es para bailar abrazados, así que bailamos frente a frente, transcurren varios minutos hasta que a lo lejos veo a mi madre y a su acompañante en la barra sentada en uno de los banquitos con una copa en la mano y hablando. ¿Qué es lo que hace aquí?

—¿Qué pasa Zanahoria? ¿Estás bien?

Me doy cuenta que me quede quieta en la pista de baile, con la cabeza le hago la seña de que voltee hacia donde está mi mamá, necesito averiguar que hace aquí, así que comienzo a caminar a la barra. Al llegar mi madre está de espaldas a mí platicando con su amiga supongo que es.

—Me da un ron con coca cola, por favor —le pide al bartender.

Nunca la había visto beber, agradezco tener oculto mi cabello con la peluca y pupilentes blancos tapando mis ojos verdes.

—¿Has visto a alguien que te llame la atención? —le pregunta la persona a su lado.

¿Qué? ¿Cómo se le ocurre venir a buscar hombres? La mayoría de aquí son jovencitos como yo, definitivamente está volviéndose loca.

—Rebeca ¿Te das cuenta qué los chicos que están aquí podrían ser mis hijos?

Le da un trago a su bebida antes de responder.

—Lo se Julianna, pero una aventurilla de una noche no le hace daño a nadie, desde que falleció tu marido no has salido con alguien, tú hija ya es independiente es momento de que busques tu felicidad.

Yo no me opongo a eso si es lo que mamá quiere, pero que se busque a alguien de su edad, no jovencitos que podrían ser sus hijos. Decido que ya escuche mucho y con un poco de coraje que siento prefiero irme con Yanis y compañía.

Cuando regreso a la mesa donde están sentados Yaneth, Germán y Andy me doy cuenta de que se encuentra también alguien con un disfraz de conejita; si es que a eso se le podría llamar disfraz.

—Ándale guapo vamos a bailar —le dice la rubia a Andy.

Reconozco esa molesta voz que me hace poner los ojos en blanco por el gran fastidio.

—Regina ya te dije que no, no insistas no quiero ser grosero contigo responde acomodándose el cabello con las manos.

Yaneth me mira y le hago la seña de que no diga que estoy detrás de ella, quiero ser testigo del nivel de falta de dignidad que tiene.

Tú, ¿Mi hermanastro?  (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora