Epílogo alternativo

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¡Hola! Este es un epílogo diferente, aunque el oficial es el anterior. Espero les guste.

Merlín

13 de agosto de 2013.

Hoy es un día nublado y hay probabilidad de que haya una tormenta en la noche. Quiero llegar a mi apartamento y ver películas de terror en compañía de mi gato, bueno si es que no se va la luz.

Aún faltan algunas horas para cerrar el nuevo negocio que abrí. Quién diría que iba a poner un negocio, y sobretodo que ese negocio seria una librería, la única que hay en está zona, ya que la biblioteca de don Jorge fue cerrada hace dos años.

—¿Crees que llueva? —pregunta Fernanda, la chica que me ayuda cobrando, porque sigo siendo muy mala en las matemáticas.

A lo lejos se miran unos relámpagos y eso me recuerda Andy, a su miedo a las tormentas.

—Puede ser, tal vez falle el pronóstico del clima que escuche en la radio, espero que no llueva porque he lavado el carro —respondo poniendo un libro en su lugar.

Seguimos trabajando mientras por las bocinas suena rock, la canción que se reproduce en este momento es "I don't want to miss a thing", mi mente se remonta a esa noche donde me atreví a besar a Andy mientras bailábamos esa canción.

Siempre trataba de evitar esa canción, pero esta vez deje que se reprodujera completa, tal vez se debía que hoy era el cumpleaños de él. Seguramente ahorita está comiendo pastel de chocolate, su favorito.

Pasan las horas y es el momento de cerrar el local.

—Te vas por la sombrita —me dice Fernanda caminando hacia el sur, mientras yo me voy hacia el norte.

Voy caminando por las calles pensando en que debo ir a comprar comida para gato. Me detengo en el mercado, compro las cosas que necesito y me voy directo a mi casa.

Del cielo comienzan a caer unas cuantas gotas de lluvia y me apresuro a llegar al edificio. Algunas personas llevan con ellos sombrillas e incluso impermeables y luego estoy yo, la mujer más desprevenida del mundo.

La lluvia comienza a ser más fuerte, en este momento mi ropa comienza a empaparse lo bueno que no acostumbro a vestir con colores claros que se transparentan. Estoy cada vez más cerca al lugar donde vivo y giro hacia la derecha donde está la esquina de la calle.

—Fíjate por donde caminas, imbécil —vocifero molesta cuando choco con el cuerpo de una persona.

Las bolsas que llevaba con el mandado cayó al suelo mojado, me agacho a juntar las cosas sin mirar quien fue el o la idiota que choco conmigo.

Unas manos de hombre con tatuajes me ayudan a recoger la comida para gatos.

—Hola, Merlín.

Esa horrible voz yo la conozco, ¡No puede ser! Andy no puede estar aquí.

Quito los mechones de cabello que estorban mi visión y ahí frente a mí en esa esquina está el hombre, el maldito hombre que no he podido olvidar en estos años.

—Andy ¿Qué haces aquí? —pregunto en shock.

Lo observo detenidamente, en su feo rostro hay una barba de días, sus ojos siguen tan azules como los recuerdo, en su cuello hay otro tatuaje que hace años no estaba ahí.

Obvio que sus ojos siguen del mismo color, no seas tonta.

—Fui a tu departamento a buscarte, sé que han pasado años y tal vez ya vives ahí con alguien, pero no podía quedarme con los brazos cruzados.

No puedo creer lo que estoy escuchando.

—Sí, vivo con alguien —le digo para molestarlo.

Veo como hace una mueca. Me gusta molestarlo.

—Ah, debí suponerlo, una mujer guapa como tú, aunque seas una amargada no se quedaría sola.

Cuando escucho que me llama guapa siento una especie de calor recorrer mi cuerpo, mis mejillas se sonrojan.

—Mi gato vive conmigo —respondo.

—Salem, el pequeño demonio —dice sonriendo.

—Salem murió hace unos cuantos años, enfermó y el veterinario no pudo hacer nada para salvarlo.

La sonrisa que había en su cara de moco se borra y hace una mueca.

—Yo... lo siento.

Me trago las ganas de responderle que no lo siente, que lo deje así acostado, pero, me callo.

—¿Quieres ir al apartamento? —le pregunto no sé por qué.

La lluvia sigue cayendo y para este punto ambos estamos empapados.

—¡Atrevida! Yo no soy un chico fácil, pero, está bien vamos —contesta.

—Quisieras.

Caminamos en silencio y llegamos al edificio.

—Sigue casi igual a como lo recuerdo —habla cuando entra al apartamento.

Han pasado 5 años desde la última vez que estuvo aquí. Aunque, el color de las paredes sigue siendo el mismo, cambie los sillones, porque, bueno Salem los rompió un poco y Julianna me convenció para que los cambiara.

—Sí, ¿se te ofrece algo de tomar?

—Una cerveza fría está bien —contesta sentándose en el sillón.

Voy hacia el refrigerador para sacar dos cervezas de allí. Le entrego una al cara de moco y al hacerlo su mano roza la mía.

No voy a mentir diciendo que no sentí las mismas sensaciones que en el pasado cuando tocaba su piel. ¿Qué sucederá en un futuro? No lo sé, pero, el que Andy esté aquí, podría ser el comienzo de la segunda parte de nuestra historia.

FIN



Tú, ¿Mi hermanastro?  (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora