Andy
Ya me estoy cansando de fingir ser novio de Melissa, es demasiado empalagosa para mi gusto, aunque de cierta manera me agrada sentir el cariño de alguien y no niego que me gustaría más que mi cabeza de zanahoria demostrará lo que siente por mí.
Sé que está celosa, el coraje se notaba en sus ojos cuando veía como mi novia ficticia agarraba mi mano o daba besos en mi mejilla, por dentro disfruto de ver esas reacciones a las cuales me doy cuenta no estaba acostumbrada.
El que se haya levantado de la mesa de forma tan inesperada me tomo por sorpresa.
—Que loca — sisea Melissa poniendo su mano en mi pierna.
—Respétala — quito su mano y me pongo de pie, logrando la mirada de Julianna y mi papá.
—¿A dónde vas? — pregunta mi padre dejando la copa de vino en la mesa.
—Al baño — miento, en realidad voy a la habitación de mi pelirroja amargada favorita.
La verdad es la única que conozco, Julianna es pelirroja, pero ella no cuenta.
Julianna, mi suegra me dice en donde se encuentra el baño, hace años que no entro ahí, tengo buena memoria como para recordar que justo se encuentra frente al cuarto de mi cabeza de zanahoria.
Toco la puerta y adentro se escucha su voz gritando que no hay nadie, ella siempre tan amable.
Creo que eso es lo que te gusta de ella, además de su pelo y ojos verdes.
—Sé que estás ahí, rojita — abro la puerta y entro encontrándola sentada en la cama con una almohada entre sus manos siendo golpeada.
Su habitación es la típica de una adolescente, hay unos cuantos posters de grupos musicales por ejemplo "Queen", "AC/DC" y "Guns n' roses" pegados en la pared y algunos en la puerta.
Que buenos gustos musicales tiene.
—¿No te enseñaron a tocar? — pregunta levantando la mirada.
Me siento a un lado de ella y le quito la almohada aventándola al piso alfombrado.
—Te voy a demostrar lo bien que me enseñaron a tocar — respondo con la voz un poco enronquecida, le guiño un ojo, en tanto pongo mis manos en sus piernas.
—Quisiera ver eso — contesta lamiendo sus labios y poniendo sus manos en mi cara acariciándola.
Merlín me fascina, su cabello rojo como el fuego me enciende como si ella se tratara de un cerillo, sus ojos que la mayoría de las veces me ven con coraje, hay veces que también me ven con deseo; así como en éste momento.
—No me provoques — dice con la voz un poco afectada por mi toque.
Justo es lo que quiero hacer, no voy a negar que a causa de nuestros manoseos en el sofá tengo que tocarme para liberar la tensión.
—Provocarte es lo que quiero hacer — susurro en su oído para luego besarle el cuello.
Siento como se estremece cuando paso mi lengua por su cuello, su piel se enchina; acaricio su pierna por debajo de su falda, mordisqueando levemente su piel, sus manos van directamente a mi pelo, dejo un rastro de besos húmedos en su barbilla hasta llegar a su boca entreabierta.
La recuesto en el colchón y me acomodo encima de ella, me acuna con sus piernas y estoy seguro que siente mi dureza ya que da un gemido que convierte mi sangre en lava.
—No es correcto hacer esto aquí — susurra con la voz entre cortada a causa de mis caricias y besos.
Entonces si estuviéramos en nuestro apartamento, si lo haríamos, el solo pensar en eso hace que me excite más de lo que estoy.
Sé que tiene razón, pero una parte de mi cuerpo no quiere que me detenga, en está ocasión la cabeza de abajo le está ganando la batalla a mi cerebro.
—Maldita sea, rojita un día no muy lejano, tú serás mía — la beso ganándome una mordida que me hace sonreír en medio del beso.
Me prende cuando tiene esas actitudes conmigo, la sujeto de la cintura y me pego más a su cuerpo.
—Dile a tu "amiguito" que no se emocione — sonríe acariciando mi abdomen por encima de la camiseta.
—Es imposible que no lo haga con alguien como tú, Merlín tú eres fuego y hielo al mismo tiempo.
Aunque no quiero me quito de encima y la ayudo a sentarse, trato de peinar mi cabello con mis dedos y noto que mi cabeza de zanahoria tiene en el cuello un pequeño chupetón.
Espero que su madre y mi padre no se den cuenta de esa pequeña marca, ¿Creerán si les dice que fue atacada por un vampiro?
—Déjame adivinar, el fuego es por mi pelo rojo y el hielo por lo fría que soy — acomoda su blusa que se levantó un poco.
Tomo su mano entrelazando nuestros dedos, sus uñas están pintadas de negro, su piel blanca hace contraste con el negro de mis tatuajes.
—El frío también quema, tú me quemas — beso la punta de su nariz.
Veo en su rostro una sonrisa pequeña, eso quiero decir que le gustan mis palabras.
—Literalmente te quemaré si la vecina sigue de empalagosa contigo — su voz demuestra el coraje que siente por ella.
Mi novia está celosa.
—¿Cuantas veces te tengo que decir que la que me gusta es una pelirroja amargada? — beso sus labios.
Alguien toca la puerta haciendo que me aleje unos centímetros de ella, hay una evidencia notoria en mis pantalones, Merlín me pasa una almohada y la pongo encima de mi entrepierna.
Piensa en algo desagradable.
Mi mamá siendo devorada por gusanos, una tormenta con muchos truenos y rayos, alguien vomitándome encima.
—Adelante- grita Merlín.
La puerta se abre dándole paso a una Melissa quien nos mira sospechosamente a mi novia y a mí, frunciendo las cejas se detiene frente a nosotros.
—Tus padres quieren saber porque tardan tanto, dijiste que ibas al baño y por lo que veo aquí no es — se cruza de brazos.
—Es algo que a ti no te importa, mejor vete de mi cuarto —Merlín se pone frente a ella y sus manos las pone en su cintura.
Es mejor evitar una pelea entre mi novia real y la ficticia. Aunque no negare que es bastante sexy que dos mujeres guapas se peleen por ti.
—Vamos zanahoria y Melissa.
Nuestra vecina sale primero que nosotros y Merlín me da una nalgada juguetona sorprendiéndome.
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Tú, ¿Mi hermanastro? (Editando)
RandomMerlín y Andy son dos adolescentes que se conocen desde que eran niños, sus papás fueron amigos, pero por un secreto inimaginable que sucedió entre sus padres hicieron que los jóvenes se dejarán de ver durante 10 años. Un día a ambos les llega una...