Capítulo 32

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Hoy he quedado de ir a una función de lucha libre con junto a Yaneth, Germán y Michael para que conozca una de las tradiciones de México.

La idea original fue de mi jefe, ya que quería que su sobrino conviviera con personas cercanas a su edad.

Hace dos días que no veo al gringo, pero don Jorge platico que ya entro a la universidad y le ha costado un poco adaptarse al cambio de escuela y de compañeros.

Así que se le ocurrió la brillante idea (nótese el sarcasmo) de pedirme que acompañará a las luchas a Michael, yo aunque quise inventar un pretexto para no ir,  sin embargo don Jorge no me creyó.

—Faltan dos horas para que empiece la función — habla Yaneth sentándose en la orilla de su cama.

Yo seguía estando en su casa, no me sentía lista para ir al apartamento, ayer fui, pero me quedé fuera del apartamento. Mi mala suerte se hizo presente cuando abrió la puerta de su apartamento Melissa y me hizo mala cara como siempre.

—¿Qué me ves, estúpida? — pregunte al mismo tiempo que le pare el dedo.

La estúpida eres tú al dejar ir un muchacho como Andy — respondió furiosa.

Esta tipa que se cree al hablarme así. Me acerqué a ella y aunque quise agarrarla de las greñas, trate de calmarme y contar hasta 100, porque hasta 10 no sería suficiente.

Él se fue porque quiso, yo no le puse una pistola en la frente para obligarlo, además si tanto querías que se quedará se lo hubieras pedido tú — contestó.

Ella puso los ojos en blanco y esa acción me recuerdo a la otra idiota de Regina, aunque físicamente no se parezcan en nada.

—Se lo pedí, le rogué que se quedará; le insistí comenzar una nueva vida olvidándote a ti conmigo, pero eso no sucedió, sinceramente no sé qué vio en ti que le gustó, eres tan sosa — se quejó observándome de arriba abajo.

Ese día iba en pijama y como siempre también iba greñuda. En cambio, ella estaba demasiado arreglada; con una minifalda negra de cuero y una camiseta ombliguera presumiendo un piercing igual al mío en el ombligo. Su pelo estaba distinto a la última vez que la vi.

—Según tus palabras tontas yo soy fea, pero quieres parecerte a mí. Mírate en un espejo, te pusiste un piercing en el ombligo como yo, ni hablar de los mechones rojos que te pintaste — le contesté tomando entre mis dedos uno de los mechones.

Melissa dio un manotazo a mi mano.

—¡No me vuelvas a poner tus sucias manos encima! — vociferó molesta empujándome.

Ah quiere guerra, pues guerra tendrá.

—Las manos que quisiste que te pusieran encima fueron las de Andy, y no lo lograste — me burle.

Le regresé el empujón con más fuerza que el que ella me dio, no tardo mucho en llegar los jalones de cabello por parte de ella.

—Eres una maldita — expresó enojada.

—La maldita rogona y copiona eres tú — respondí dándole un golpe en la cara.

En ese momento se escuchó como se abrió la puerta del elevador saliendo de éste el guardia de seguridad con la macana en la mano.

—Señoritas deténganse — gritó mientras corría hacia nuestra dirección.

Ninguna de las dos le hicimos caso, continuamos jalando nuestro cabello y lanzando golpes al aire. Sentí unas manos tomarme de la cintura a la vez que jalaba mi cuerpo hacia atrás.

Tú, ¿Mi hermanastro?  (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora