Así lo hice. Me tomé tiempo para hablar con Pérfida de todo cuanto había ocurrido en los últimos meses de mi vida. Ella también me explicó lo suyo, sus estudios, lo buena que era en botánica, y lo mucho que la alababan sus profesores por ello.
Kalani estaba en la mesa del comedor leyendo libros, en verdad, escuchándonos. Quería oír lo que esa joven Burda contaba sobre la GAM. Pérfida era una llave. Una llave inesperada que se nos había cruzado en el camino, por obra de Madre o Diablo, pero que nos facilitaría enormemente la tarea.
Pérfida hizo buenas migas con Juvard, cualquiera haría buenas migas con él en verdad, era un ser de luz, no como la cabrona de Yanira que solo gruñía cuando nos veía. Pérfida ya la odiaba tanto como yo en solo un par de días.
Zuala fue atenta, como siempre, se ofreció a enseñar cuatro cosas a Pérfida para que pudiera defenderse en caso de que alguien la metiera en problemas. Furia desaparecía constantemente por ordenes de Kalani.
Tenía la sensación de que algo importante estaba cerca, pero nadie hablaba de más. La ciudad todavía tenía restos de tinte rojo cuatro días después de la pirotecnia de Juvard. Para él y la pelirroja había sido una fiesta hacer algo así y ver correr a los Burdos gritando que era el fin del mundo.
Incluso se habían decretado toques de queda en Valentia para que los cuerpos de seguridad pudieran determinar qué había ocurrido. Chastel estaría revolviéndose en su trono de oro, en esa mansión de lujo, ahora teñida de rojo Lucero.
Dante vino a buscarme cinco días después de haberse encerrado con el libro. Me llevó de nuevo a su despacho y me mostró el tomo. Estaba abierto por el heptagrama. Extendió su mano hacia mí y la volteó, enseñándome un colgante con ese símbolo hecho en metal.
—En el libro ponía que debíamos cortarnos con el puñal la forma del heptagrama sobre la palma de la mano, pero, lo he probado con esto y funciona de igual modo. Si nos marcamos será de por vida, y no sé si quiero esto.
Cogí el colgante y lo observé levantándolo a la altura de mis ojos. Un circulo simple con la estrella de siete puntas en su interior, un cordón de cuero sencillo para atarlo al cuello. Mi compañero sacó uno igual del cajón de su escritorio.
—He pedido a un orfebre que hiciera dos. Por ahora. He estado jugando con esto y ... Tenías razón —espetó. Lo miré sorprendida—. Nos puede ser útil. Con Diablo hay cosas que Madre Luna carece, y viceversa. Se complementan bien, mejor de lo que creía. Madre es buena con los ataques, Diablo con las protecciones.
Todo lo contrario que podría esperar en verdad. Pensaba que Madre sería la protectora, no la atacante. Dante lanzó un rayo azulado contra la pared, y automáticamente una niebla negra, con destellos rojos, lo engulló.
—Las protecciones que brinda Madre son un chiste comparadas con esto, y es algo muy simple.
Kalani entró Enel despacho sin previo aviso, se quedó por un instante observándonos y se apoyó sobre la mesa. Me miró y forzó una sonrisa, estaba visiblemente preocupada.
—Madre usa la energía del que la convoca, Diablo la del entorno. Él usa los elementos, puede que, si canalizásemos esa habilidad hacia Madre, sería más poderosa la Magia Clara —explicó nuestra mentora—. Dante me explicó esto, y lo hemos estado estudiando, te dejaré entrenar, pero, con supervisión constante ¿Trato? —Afirmé repetidamente en respuesta.
Y lo hice. Durante un mes de mi vida estuve pendiente exclusivamente de ese libro. Creo que podría haberlo recitado con puntos y comas incluidos los últimos días. Pasé tiempo con Dante, mucho tiempo. En ese despacho cerrado, en su laboratorio en el que sintetizaba esencias de las que usaban para rogarle a madre ayuda.
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Los Relatos de Valentia
FantasyEmma Da Miechi nos adentra en el disparate en el que se convierte su vida tras haber matado al hijo de Roswich, uno de los mayores dirigentes de la ciudad de Valentia. Edmond Chastel, amigo del difunto, la perseguirá en esta historia frenética dond...