Llevaba semanas siguiendo un grupo de Orcos que habían pasado cerca de Rivendell. Su padre, Lord Elrond le había ordenado que solo vigilara que no traspasaran los lindes de Imladris, pero Narwen (Doncella de fuego) no pudo retirarse luego de ver que llevaban un prisionero con ellos. Se mantuvo a una distancia apropiada para no ser vista, ni que su aroma llegara a las sucias narices de aquellos Orcos.
La novena noche de vigilia, llego su oportunidad de atacar y rescatar a quien sea estaba cautivo. El grupo de Orcos se dividió para buscar un lugar donde descansar, pues venían corriendo hace días a través de los bosques, y solo quedaron unos seis cuidando al prisionero. Narwen tomo sus espadas, y se acerco con sigilo, usando los arboles para cubrirse. Se posiciono detrás del orco más grande, el que creía que podía darle más problemas. Con un rápido y certero movimiento, corto su garganta. Al caer, un Orco se acerco con una gran espada en la mano, pero no encontró al culpable de la muerte de su compañero.
—Reúnanse, no estamos solos. —gruño el orco mientras tomaba la espada del orco caído. Narwen había trepado a uno de los arboles, y desde allí planeaba su estrategia. Debía ser rápida porque el resto del grupo no tardaría en regresar y su oportunidad de salvar al prisionero se esfumaría. Se posiciono sobre la rama que estaba justo sobre la cabeza de dos orcos medianos, y con la gracia de un fantasma, se dejo caer para incrustar ambas espadas en las cabezas de aquellos orcos. Quedaban tres. De un fuerte tirón intento sacar sus espadas, pero una quedo trabada en el yelmo que usaba el orco de su izquierda, por lo que solo podía pelear con una espada. Se abalanzo hacia el orco mas próximo, golpeándolo contra un árbol, mientras se agachaba para evitar una lanza que le lanzaba otro de los orcos. Aprovecho ese instante para girar y asestarle un corte en las costillas al orco de la lanza. El que fue lanzado hacia el árbol corrió junto al orco que había estado deteniendo al prisionero. Narwen pudo ver que lo habían dejado tumbado en el suelo, y este no se movía. Logro esquivar dos estocadas, y corrió a recoger una espada orca para poder enfrentar a ambos.
Se giro para detener con sus espadas las espadas contrincantes. Agradeció el haber entrenado con sus dos hermanos a la vez, Elladan y Elrohir siempre le habían insistido en que debía aprender a defenderse contra uno y más contrincantes, y gracias a ello estaba soportando el ataque de ambos orcos. Nuevamente los orcos atacaron juntos, Narwen protegió su cabeza con ambas espadas, giro sobre si, y corto la espalda del que estaba más cerca. Los orcos se enojaban cada vez más al no poder asestarle un solo golpe. Uno de ellos camino rodeándola, posicionándose detrás, mientras el otro la atacaba por delante. Narwen protegía tanto su frente como su retaguardia, pero el que ambos orcos llevaran armaduras, le dificultaba la tarea. Habia solo dos puntos débiles, el cuello y la parte baja de la espalda, donde la armadura no llegaba a cubrir. Debía ser rápida, debía huir, sabía que el resto de los orcos llegarían en pocos minutos. Lanzo la espada orca para alejar a uno de los orcos, mientras giraba para cortar la cabeza del que tenia detrás. Cuando vio rodar la cabeza de la criatura, volvió a girar para terminar con el orco que quedaba, pero su sorpresa fue grande cuando lo vio de rodillas, vomitando sangre. Detrás del orco, vio al prisionero.
—Esto debe ser una broma, ¿todo esto por un enano? — no entendía el porque los orcos tenían a un enano como prisionero y no entendía como no se había dado cuenta de que lo era.
—Debo... debo huir de aquí. Debo huir antes que regresen, antes que me vea. —balbuceaba el enano. Narwen se acerco al orco que tenía su espada clavada y con ayuda de su pie, logro sacar su arma. Sin decir nada, comenzó a caminar para irse de ese lugar.
—Espera, debes ayudarme a huir. No pueden encontrarme. —le rogo a quien lo había liberado.
—Tú no eres mi problema enano, creí que eras un niño o quizás un hobbit. De saber qué eras, hubiera dejado esta misión hace rato. —jamás había visto un enano en toda su larga vida, pero no le agradaban demasiado. El enano ignoro lo que decía y la siguió, debía huir lejos de ahí y poner a salvo dos de los objetos más valiosos que poseía. Caminaron por unas cuatro horas, sin dirigirse la palabra, a Narwen le molestaba el sonido de la respiración del enano y al enano le molestaba el caminar rápido de la elfa.
—No podrás seguirme por mucho tiempo mas, buscare un caballo para volver a mi tierra. En el próximo pueblo que encontremos te quedaras y seguirás tu camino. —le dijo Narwen al enano, a lo que este solo asintió.
Caminaron unas dos horas cuando escucharon a lo lejos unos gruñidos, los orcos los estaban siguiendo.
—Deben estar siguiendo tus huellas, hasta un ciego podría rastrearte. —grito enfurecida. Debía encontrar la forma de esconderse pero el lugar era una pradera donde no había ni montañas, ni arboles ni nada donde pudieran protegerse.
—Estúpida elfa, si pudiera ir más rápido lo haría, pero estoy herido, desnutrido y sediento. —Narwen se giro para arremeter contra el enano, pero supo que no valía la pena el pelear con el viejo. Saco de su bolso un pedazo de pan de lembas y se lo tendió al enano.
—Come e intenta correr, sino esos orcos nos alcanzaran y nada podre hacer contra todos ellos. —se giro sin esperar respuesta y comenzó a caminar a un paso que el enano pudiera seguir.
Media hora después podían ya ver el grupo de orcos que les pisaban los talones. El enano no podía seguir corriendo, y él lo sabía. Se detuvo, apoyándose en sus rodillas.
—Es inútil, no puedo seguir corriendo y no tardaran nada en alcanzarnos. —dijo el enano jadeando del cansancio.
— ¿Y cuál es tu plan? ¿Quedarnos aquí a esperar a que nos alcancen y corten nuestras cabezas? —grito con enojo.
—Están siguiendo mis huellas, me buscan a mí. Lo mejor es que siga mi camino a partir de aquí. Pero debo pedirte un favor, no me agrada nada pero no tengo otra opción, prefiero que esto esté en manos de una elfa y no caiga en las manos de los orcos y el mal que se acerca. —el enano saco de su cuello una cuerda donde colgaba una gran llave negra. Y de su bolsillo interior saco un papiro viejo y arrugado. Narwen tomo aquello que le tendía el viejo y lo miro sin entender, hasta que abrió el papiro.
—El mapa de Thror... —Narwen conocía muchas historias, y conocía aquella sobre Erebor, Thror y Smaug.
—Necesito que hagas que esto llegue a Gandalf. El es un mago... —ella lo interrumpió.
—Sé quién es Mithrandir. ¿Como es que tienes esto? Es un mapa de la realeza de los enanos. —Narwen no se sentía cómoda ayudando a un enano.
—Soy Thrain, hijo de Thror, rey bajo la montaña. Los orcos quieren este mapa y esta llave. Ellos quieren hacerse con la montaña, estoy seguro. Debes ayudarme, busca a Gandalf o a Thorin y dale esto, ayúdanos, ayuda a mi hijo, ayuda a mi gente. Sé que mi pueblo y el tuyo no se llevan nada bien, pero cuando la oscuridad se ciñe sobre la tierra, todas las razas deben unirse. Por favor, júrame que ayudaras a mi gente. —Thrain odiaba el siquiera dirigirse hacia un elfo, pero era su única esperanza en ese momento. Era ella o dejar que los orcos se hicieran con la llave y el mapa.
—No te debo nada enano, apenas te conocí hoy y ya salve tu vida. — le arrojo el mapa a la cara y camino alejándose unos metros.
—Me lo debes, te ayude y mate al último orco que quedaba. —intento persuadirla, pero Narwen siguió caminando.
—No te debo nada enano, podía matarlo yo sola sin tu ayuda. —tomo su odre para beber, debía buscar un arroyo donde cargarlo ya que le quedaba solo un par de sorbos.
—Si los orcos toman esa montaña, no solo mi gente morirá, los tuyos también, y tendrás que cargar con sus muertes por siempre. —dijo el enano mirándola alejarse. Algo en Narwen se paralizo. Sintió como un sudor frio subía por su espalda, y un temor comenzó a crecer en su pecho. Volteo observando al enano, noto que no había mentira en sus ojos y detecto un gran miedo en ellos. Se maldijo por lo que iba a hacer.
—Bien, te ayudare. Solo llevare esto a Mithrandir y nada más. —gruño tomando el papiro y colgándose la llave en el cuello.
Thrain miro una última vez a la elfa, dejando todas sus esperanzas en ella. Creía fervientemente en que Aule la había cruzado en su camino para que el mapa y la llave pudieran alejarse de allí.
Corrió, sin rumbo alguno, susurrando palabras al viento, palabras que rogaba pudieran llegar a los oídos de Thorin.
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Nueva historia.
Espero les guste!
Yesica Di Palma...
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Destinados
FanfictionNarwen , hija de Lord Elrond, hermana de Arwen, Elladan y Elrohir. Su vida cambia cuando un mapa y una llave llegan a sus manos. Una nueva aventura comienza...