—¿tienes nombre?—preguntó Yosano.
Innato pensó con detenimiento aquella pregunta. No era la primera vez que se la hacían. Sin embargo, su respuesta siempre era la misma: No.
—no. No lo tengo—dijo tan frío como el maldito hielo.
Al salir de la Agencia, sintió tanta libertad... Una que no había sentido hace tanto. Sonrió sin quererlo. No pasaron ni dos segundos para que se sintiera avergonzado por lo inmadura que había sido su comportamiento. Se sonrojó ligeramente.
<<Porque habré sonreído como idiota—pensó sobándose el cuello—hace mucho, que no sentía mi propio cuerpo... Es temprano todavía. Tengo tiempo como para beber un poco—volvió a sonreír—quiero vodka ¡Oh, hace cuánto no bebo vodka! Tengo dinero suficiente>>
El semáforo cambió a luz verde y él, junto a muchos peatones, caminan en la dirección opuesta. No muy lejos, había un pequeño bar, con un vodka que costaba un ojo de la cara. Sin embargo, lo valía. O al menos eso pensaba Innato.
Mientras caminaba iba repasando cuánto dinero le sobrará luego de beber hasta la convulsión. Sonreía entusiasmado por imaginarme borracho, haciendo tonterías. Realmente estaba feliz. Se lo merecía, después de todo. Había tenido que soportar a esa pesada pareja y a... Y a Miyamoto. Se detuvo en medio de la calle. Sus manos empezaban a temblar.
—¡No! No.... Por favor—trato desesperadamente de apoyarse en la pared de una de los restaurantes de la zona—¡por favor! ¡Duele!—suplicó sin poder mover sus extremidades—¡NO! Maldita sea...—sus ojos estaban llenos de lágrimas.
Sumergido en la angustia, se mordió con todas sus fuerzas la lengua, hasta que esta sangro. Pero dejó de hacerlo cuando no pudo sentir más dolor. No sentía nada. Vio la imagen de sus manos desvanecerse. Lloraba. Gritaba por auxilio, pero nadie lo escuchaba. Su forma fantasmal fue arrastrada hasta la casa de Dazai y Tomie. Donde Miyamoto lo esperaba molesta.
—¡¿dónde diablos estabas?!—grito Miyamoto en cuanto lo trajo de vuelta—estaba preocupada, ¿qué... Oh, ¿estás bien? ¿Por qué lloras?—preguntó al escucharlo gritar de dolor.
—yo... Solo quería disfrutar de mi libertad. ¡Hace cuánto no me dejas en paz!—gritó llorando—no me importa que se hayan llevado a esa mujer, ¡o que Dazai-san esté en la cárcel! Créeme, no me interesa ¡Pueden irse al infierno! y no me importaría
Miyamoto lo escuchó llorar perpleja. Un profundo sentimiento de culpa la invadió. Desvió la mirada.
<<Estuve consciente del mundo que me rodeaba desde que tenía 4 años. Las mujeres solían cuidarme con gusto, mientras que los hombres se limitaba a rechazarme de manera tan sutil, que los demás pensarían que se trataba únicamente de mi imaginación de niño de 4 años. No me dejaban estar cerca de Miyamoto, porque ella me odiaba. Era una niña, que me usaba para jugar y me votaba cuando se aburría de mí. Siempre fue así. De manera extraña, fui el único que se quedó con ella. Con el tiempo me di cuenta de un detalle importante: Al ser el único en quedar, tenía beneficios. Por ejemplo, ahora. En conflictos, podía apelar a mi estúpida libertada robada. Ella se sentía culpable, y me aflojaba un poco la correa. No hay un solo momento en que no me sienta un animal ante su manto. Soy un perro, con una fuerte cadena atada en el cuello, y ella jala cada vez que quiere. Pero basta con soltar unas cuantas lágrimas para que afloje el agarre y se disculpe frenéticamente. Es tan fácil que resulta aburrido>>
—lo lamento mucho, Innato-kun—se disculpó Miyamoto.
La habilidad de Miyamoto consiste en la creación de seres independientes. Aunque ella puede borrarlos de la existencia cuando desee. A la hora de controlar el cuerpo humano que les regala, ellos son arrastrados como el polvo por una aspiradora. Sintiendo un dolor terrible, porque literalmente los succiona, quitando desde el tejido de sus músculos hasta sus órganos y extremidades.
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¿¡Dazai-san tiene esposa!?
FanficUn día cualquiera un linda chica se presenta en la agencia armada de detectives buscando a su esposo.... - ¿Y cuál es el nombre de su esposo? - le pregunto Atsushi. - Dejeme ver...- se remango una manga y leyó: Dazai Osamu. - ¿¡EEEEHHHHHH!? ...