Un día cualquiera un linda chica se presenta en la agencia armada de detectives buscando a su esposo....
- ¿Y cuál es el nombre de su esposo? - le pregunto Atsushi.
- Dejeme ver...- se remango una manga y leyó: Dazai Osamu.
- ¿¡EEEEHHHHHH!?
...
NOTA DE LA AUTORA:para entender mejor este capítulo, leean "Derrumbe(parte 03)", y también "Cierto Libro"
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Era oscura/ Dazai y Tomie de 15 años
—Dazai-san—hablo Hirotsu.
—¿si? ¡Dios! Nooooo, ¡perderé! demonios ¿Q-que sucede? ¡Habla! que me desconcentras—gritaba mientras tenía la cabeza pegada a su videojuego.
—Lo lamento, es que ya va siendo hora, Dazai-san. El paquete se entregará a las 10 en punto. Si no estamos atentos otras organizaciones podrían apoderarse del gas.
—¡Gané!—exclamó Dazai extendiendo los brazos al aire.
Entonces se dio cuenta de la hora. 9 y 56 minutos. Cuatro para las 10. Se escuchó un gran camión acercarse. Según lo planeado, sería un intercambio rápido. Una entrega amistosa de uno de las sustancias más caras en el mercado negro. El gas que permitía borrar una habilidad sobrenatural con tan solo olfatear.
—colóquese esta máscara, Dazai-san—le pidió Hirotsu cuando vio que el camión se acercaba—si algo sale mal debe estar seguro con esta máscara anti gas. De quitarsela podría perder su habilidad. Estamos preparados para cualquier movimiento amenazante.
—Es muy probable que no seamos los únicos presentes. Eso es inquietante, como sea, no tendrán oportunidad para robar el gas. Tengo todo controlado—dijo alzando una radio algo extraña. Sacó un revólver de su traje y le quitó el seguro.
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—Tenga mucho cuidado. Le recomiendo que se quede atrás, por si pasa algo.
Dazai estuvo a punto de responder cuando un tanque explotó muy cerca de allí. Las balas empezaron a volar por los cielos y el gran camión retrocedió.
—¡Muevanse! ¡Debemos conseguir ese frasco!—grito Hirotsu a sus subordinados.
Todos tenían un trabajo: algunos contraatacaron en la balacera, otros se encargaban de conseguir ese gas tan importante para la mafia. Dazai por otro lado había terminado en un lugar aislado del ataque. Se había lastimado una pierna y no podía caminar. Suspiró mirando como se mataban entre ellos.
El lugar era un puerto lleno de cajas gigantes de madera, preparadas para almacenar envíos marinos. A los alrededores había fábricas vacías, completamente desalojadas. Perfectas para que un francotirador observé todos los movimientos del enemigo.
—lo mejor sería quedarme aquí—murmuró mirando con dificultad detrás de una de las cajas de madera.
Sus pupilas se encogieron cuando sintió un frío viento en la nuca. Para cuando dio media vuelta una fuerte patada lo dejó mareado, en el piso y con sangre manchando su camisa blanca.
