Un día cualquiera un linda chica se presenta en la agencia armada de detectives buscando a su esposo....
- ¿Y cuál es el nombre de su esposo? - le pregunto Atsushi.
- Dejeme ver...- se remango una manga y leyó: Dazai Osamu.
- ¿¡EEEEHHHHHH!?
...
—¿Quieres decirme a dónde te diriges, Rampo?—preguntó el presidente con los brazos cruzados.
—¿Debo hacerlo?
Ambos intercambiaron miradas gélidas por unos instantes
—No.
—Entonces me iré—dijo Rampo saliendo de la Agencia y caminando al azar por la calle.
Era bien conocido que no sabía las direcciones con exactitud. No podía moverse por la ciudad sin perderse. El cielo estaba nublado, lloverá poco después. Y no había salido con paraguas. Sonrió. Se había dicho a sí mismo: No hay mejor camuflaje para un asesino que la lluvia. Así que, salió de la Agencia sin ningún plan en la mente, solo esperando que la respuesta se presentara frente a él. Porque casi había acordado una cita con la verdad, y estaba emocionado por saber cual seria su forma.
Y ahí se encontraba, Justo enfrente de él, la persona que le facilitaría todo su trabajo. Sonrió bajo la lluvia. Ambos se habían encontrado, de forma no casual, en un callejón
—¡Hola!—saludó apareciendo a espaldas de esta figura milagrosa que le ayudaría a encontrar la verdad de todo—es un placer conocerte—él no se movió—me llamo Rampo Edogawa, me parece que nos hemos visto antes, pero circunstancias distintas. Me haría muy feliz que me ayudaras con algo. ¿Tienes un minuto...Tachihara-san?
Tachihara se dio la vuelta y le apuntó con un arma, disparando tres tiros de advertencia. La lluvia cubría por completo el ruido.
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—¡Qué suerte tengo! No se ve a uno de los detectives en la calle todos los días. Y si, ya nos habíamos visto, cuando la agencia decidió conservar al hombre tigre—guardó el arma y suspiró—¿quieres mi ayuda? ¿Y para qué?—Tachihara aun mantenía su semblante confiado, pues no imaginaba lo estresado que lo tendrá después la conversación tan breve que tendría con Rampo.
Rampo sonrió ampliamente.
—Hasta hace cuatro días había tenido un bloqueo, literalmente mi habilidad no me permitía resolver los casos que solía hacer...pero entonces lo entendí. Todo es un domino: basta con empujar una pieza para que las demás caían por obra de la gravedad. ¿No es magnífico? Para empezar debo admitir que me engañaste, pero en mi defensa quién hubiera pensado que eras más que uno de los estúpidos que sirven a la Port-mafia. Resultaste ser más interesante que eso. Veamos—Rampo sacó una libreta y un lapicero—empecemos por tu habilidad. De nuevo, me es fascinante como es que la has ocultado de todos.
Para este punto, Tachihara estaba a punto de llorar, gritar o llorar. O quizá las tres cosas a la vez. Jamás hubiera pensado que lo descubriría uno de los detectives.
—S-Supongo que quieres que dé algo para que cierres la boca.
—¡Bingo!—exclamó alegre—necesito algo de información y acceso directo a los calabozos de la Port-mafia.
