Un día cualquiera un linda chica se presenta en la agencia armada de detectives buscando a su esposo....
- ¿Y cuál es el nombre de su esposo? - le pregunto Atsushi.
- Dejeme ver...- se remango una manga y leyó: Dazai Osamu.
- ¿¡EEEEHHHHHH!?
...
Para cuando Akutagawa llegó al sótano o <<cobertizo>> como lo llamaba Sigma, los científicos estaban aparentemente desaparecidos. Se dejó llevar por la oscuridad, hasta que escuchó una respiración agitada, en lo más profundo del lugar. Cogió un fósforo y lo encendió. Lo primero que lo espanto fue ver las manos del muchacho.
—Dios...—las manos las tenía llenas de sangre. En medio de la sala había batas médicas manchadas y pedazos de carne arrancados a dientes.
—eh....tú...—el muchacho balbuceo algo que no pudo entender y luego soltó una carcajada tan potente y escalofriante que Akutagawa sudo frio.
—¡Oye!—gritó desesperado cuando lo vio comerse la carne cruda y llena de sangre. Tenía los dientes tan afilados como los de un león, todo su cuerpo estaba lleno de marcas de latigazos, su piel pálida se notaba tan desnutrida que las venas parecían salirse por debajo de la piel. Era una visita asquerosa—¡Deja eso! ¡no lo comas!—Akutagawa activo su habilidad, hizo que su demonio mantuviera al muchacho encarcelado.
Suspiro tranquilo sabiendo que estaría a salvo durante ese tiempo que lo tuviera cautivo. Sacó su teléfono y llamó a Higuchi, quien no demoró en contestar.
—Trae a mis hombres, necesito que me ayuden con esto. Es asqueroso. Encontré a un hombre. Necesita ayuda urgente.
—¿Qué?—Higuchi se asustó al percibir miedo en la voz de Akutagawa—¿tiene idea de quién se trata? El jefe no nos trajo aquí para rescatar a alguien, ¿seguro que quieres ayudarlo?
Al escuchar eso Akutagawa apretó la mandíbula, miró de nuevo al muchacho y cortó la llamada. No podía dejarlo allí. No era moral, no estaba claro que no. No lo hacía porque fuera una buena persona, lo hacía porque sabía quién era. Sabía que este hombre no era cualquier experimento de laboratorio. Estaba completamente consciente de lo importante que era, y de lo mucho que valía que la Port-mafia lo tuviera bajo su manto.
—¡oye!
Rashoumon lo tenía con la boca tapada y bajo la poca luz de la linterna se podía ver como el demonio hacía el papel de camisa de fuerza, para evitar que pudiera moverse.
—Sé quien eres, Yamazaki-san—le susurro—es un honor estar ante el último ser humano en el mundo que posee una de las mejores habilidades. Puede que seas incluso más poderoso que mi antiguo maestro. En serio es un honor—dijo haciendo una leve reverencia.
Noto que intentaba hablar por lo que le permitió hacerlo.
—¿Honor?—dijo entre dientes. Sonrió. Tenía los ojos opacos. Su cabello, que antes era negro, se torno de folpe en blanco, el color se extendió en un par de segundos por todo el cuerpo. Incluso el vello corporal se hizo blanco—Es una forma interesante de hablar. Es un honor para mi tambien, perro de la Port-mafia.
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MINUTOS ANTES
Dostoyevski caminaba arrastrando su abrigo de piel, tenía un bastón con el que se sostenía. Avanzaba tan lento que los científicos en el <<cobertizo>> se preguntaron si debían ayudarle o no.