CAPÍTULO 19

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Ayer Amalia me dijo que me quería

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Ayer Amalia me dijo que me quería.

Después de tener que ir a buscarla a casa de su madre porque el puto Marco la tenía retenida ahí, la llevé de vuelta a casa y le di el portátil que ella me había dicho varias veces que necesitaba.

Entonces, me abrazó y me susurró que me quería. ¿Realmente lo siente o solo lo dijo en un impulso?

Sé que de alguna forma esperaba alguna reacción por mi parte, pero yo no se la di. Y por eso ahora no me dirige ni la palabra.

Estoy aparcado delante de la casa de Marco. Llevo como más de dos horas sentado en mi coche. Hay un coche estacionado al lado de la casa. Supongo que será de sus padres o algo así. Mi móvil vibra en el bolsillo de mi pantalón, distrayéndome. Amalia me acaba de enviar un mensaje.

AMALIA: ¿Dónde estás? Te echo de menos.

Añade también una emoticono de una cara triste y otro de un corazón rojo. No sé por qué me encuentro sonriéndole al teléfono. Pero me alegra que vuelva a hablarme.

Por el rabillo de mi ojo detecto un movimiento. Hay un hombre y una mujer de mediana edad saliendo juntos de la casa. Espero hasta que arrancan el coche y se largan para salir. Ahora ya no habrá nadie dentro de la casa más que Marco.

Así que voy rápido a tocar el timbre y no me lo pienso ni un segundo en coger del cuello al chico en cuanto me abre la puerta, confiado en que era su madre que había vuelto.

Cierro la puerta para asegurarme de que nadie nos puede ver y lo estampo contra la pared de su lujosa casa. Él me mira con incertidumbre, pero no con sorpresa. Ya sospechaba que volvería por él. Tiene un vendaje en la nariz y un paño con hielo sujeto en su mano. Creo que se la rompí ayer al darle un puñetazo.

— ¿Qué mierda intentabas hacer ayer con Amalia? — no sé si tengo mucho tiempo antes de que alguien venga a la casa, así que no me ando con juegos.

Mi agarre en su cuello es tan fuerte que su piel comienza a adoptar un tono pálido bastante raro. Por eso aflojo un poco para que pueda hablarme.

— ¿Y a ti que mierda te importa?

El chico me hace frente.

— Oh vaya, ¿qué te ha pasado en la nariz? — le pregunto de forma falsa.

Le aprieto la nariz con mis dedos. Y no hace falta ni siquiera que sea muy bruto para tenerlo gimiendo de dolor.

— ¿Te duele? — rio, burlándome.

Está bastante desaliñado. No ha dormido en toda la noche. Sus ojeras pueden dar fe de ello.

Lo suelto de mala gana. No he venido aquí a meterle una paliza, aunque con las ganas me quedo. Pero sé que a Amalia no le haría gracia que lo hiciera, así que por ella estoy intentando controlarme a mí mismo.

Inferno {Måneskin Fanfic}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora