Damiano David es el cantante más conocido de Italia.
Amalia es solo una joven inocente y sin experiencia en el amor.
Las vidas de ambos cambian cuando se conocen por casualidad una noche. Un año después se reencuentran y se dan cuenta de que ninguno...
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El grifo de la cocina gotea. Tengo dentro de mi cabeza el sonido infernal de las gotas cayendo una y otra vez. Por no hablar de que llevo más de una hora sin internet porque parece que la conexión en este piso está maldita.
Unos nudillos se chocan contra la puerta de la entrada.
— ¡Está abierto!
Las voces de Elizabeth y Bella llegan hasta mis oídos. Una de ellas deja una bolsa sobre la mesa de la cocina. Yo sigo tumbada en el mullido e incómodo sofá con el móvil en la mano, a ver si por suerte llega el maldito internet.
— ¿Se puede saber por qué tenías la puerta abierta, loca? ¡Podría entrar cualquiera! — me riñe Elizabeth, poniéndose en modo madre.
— Ojalá viniera alguien y me matara — murmuro yo, sin despegar la vista de mi teléfono.
— Me gusta tu actitud. Elizabeth pensaba que te encontraríamos hundida, triste... pero estás perfecta y con muchas ganas de vivir.
— Isabella, deja los sarcasmos — le pide la otra.
Apago mi móvil y las miro. ¿Cómo pueden verse tan bien?
— ¿Cómo podéis estar tan guapas?
— Fácil, ella folla — Bella señala a Elizabeth y luego a ella misma — Yo follo. A ti no te follan. Por eso te ves como una perra abandonada.
Elizabeth se sienta a mi lado, obligándome a sentarme también. Bella se pasea por el piso y hace lo que puede para ocultar su cara de asco.
— Qué piso tan...— mueve la mano en el aire y se queda pensativa — Acogedor.
— ¿Te gusta? Todo amueblado de Ikea — sonrío al ver que parece tener ganas de querer salir corriendo del piso.
Elizabeth me rodea con sus brazos y me estrecha contra sí. Bella saca algo de su bolso. Me sorprendo al ver lo que es.
— ¿Tú fumas?
— Claro — asiente — Pero no tanto como Damiano.
Ella y Elizabeth parecen compartir una mirada cómplice.
— O sea, ¿he dicho Damiano? No, no. Me he equivocado quería decir otra persona, pero no Damiano. Yo no sé quién es ese tal Damiano. ¿Damiano? ¿Os suena ese nombre enserio?
— Bella, para — me levanto yo, separándome de Elizabeth — ¿Qué coño os pasa? Estáis rarísimas.
— Rara tú, que te gusta Damiano y engañas a Ethan solo para poner celoso al otro.
Me quedo con la boca abierta. No me esperaba este ataque de ella.
— Hablando de Ethan, ¿por qué ya no estáis juntos? — me pregunta Elizabeth.
— Prefiero no hablar de ello.
Las imágenes de Ethan mirándome con desprecio y echándome de su piso vuelven a mi mente. No me explico cómo se me pudo escapar el nombre de Damiano mientras estábamos a punto de tener sexo.