— Victoria...¿me estás escuchando? — me pregunta Elizabeth con un deje de molestia en su voz.
La pelirroja se pone de pie delante de mí, con su melena cayendo por sus pequeños hombros y una expresión de inquietud en su cara.
— Claro — miento.
— ¿Qué estaba diciendo? — me pone entre la espada y la pared con sus preguntas.
Acabo dando mi brazo a torcer y dejo de fingir.
— ¿Yo qué coño sé lo que has dicho?
— Oye, no digas esa palabra tan fea - me riñe ella.
— ¿Cuál? ¿Coño? — asiente — Elizabeth, no seas tan inocente - entorno los ojos — Ambas sabemos que no lo eres.
Me da un golpe en el hombro y me recuesto un poco más en el sofá. La cojo de las caderas para que se le pase el berrinche y la siento en mis piernas. Ella hace como que no le gusta, pero no sé puede resistir mucho tiempo a mí.
— Oye, estate quieta — me dice cuando comienzo a besarle el hombro.
Es bastante pudorosa. Y a veces un poco estirada. Pero me gusta. Creo que hasta Amalia quería que ella estuviera conmigo. Cuando vino a mi casa para recuperar su brazalete, discutimos. Así de la nada. También es verdad que yo contribuí para que su paciencia se agotara. No quería que se fuera tan rápido. Ella enfadada es muy mona. Recuerdo incluso que me dijo repetidas veces que yo le caía mal. Sí, lo hizo.
Pero luego en la cama no le caí tan mal.
— ¿Qué pasa? ¿Ahora no puedo tocarte? — aparto mis manos de ella.
— Claro que puedes — se sonroja y me coge la mano — Pero quiero que lo hagas bien.
Mete mi mano por debajo de su blusa y me fijo en que ni siquiera lleva sostén. Se le marcan los pezones a través de la tela.
— Madre mía, Elizabeth — siento el suave roce de la piel de sus pechos contra mis dedos — Cualquiera diría que hace dos semanas te caía como el culo.
— Y no me caes bien — dice — Si solo estoy contigo porque eres la única chica que conozco que no oculta que le gustan las mujeres.
— Buf, entonces no me sueltes porque de esas quedan pocas — bromeo — Todas las homosexuales fingen que les gustan los hombres porque ni siquiera se atreven a enfrentar sus verdaderos deseos.
— Sí...— jadea, moviendo la cabeza.
En un momento dado, nuestros labios se juntan. Elizabeth era un poco tímida al principio, pero todo eso ha quedado atrás. Creo que la hago sentirse segura y comprendida en muchos aspectos.
— Bueno...— tiene los labios hinchados cuando se echa hacia atrás — ¿Y a ti qué te pasa?
— ¿A mí? - pregunto — Nada.
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Inferno {Måneskin Fanfic}
FanficDamiano David es el cantante más conocido de Italia. Amalia es solo una joven inocente y sin experiencia en el amor. Las vidas de ambos cambian cuando se conocen por casualidad una noche. Un año después se reencuentran y se dan cuenta de que ninguno...