Apoyo mis brazos en los fríos barrotes del balcón. Las vistas de París son simplemente maravillosas. La Torre Eiffel se encuentra muy cerca del hotel y tengo la sensación de que si levanto la mano podría llegar a tocarla. Pero por supuesto, eso es solo un efecto óptico.
Toda mi paz y tranquilidad desaparecen de golpe cuando escucho la puerta abrirse y cerrarse después. Me giro para ver a Damiano cuidadosamente peinado y vistiendo su ya característica ropa oscura. Le sonrío mientras se acerca. Anoche fue un detallazo por su parte dedicarme una canción y defenderme de todas las críticas.
— Estás guapo hoy — le digo.
— ¿Qué pasa? ¿Que el resto de días estoy feo?
Joder, ya ni se le puede hacer un cumplido.
Se coloca detrás de mí y me aprieta un poco contra la barandilla. Aparte de guapo ha venido juguetón. Primero besa mi cuello, haciéndome reír en un impulso. Luego sus manos intentan meterse por debajo de mi albornoz.
— Oye, ni buenos días al menos, ¿eh? — bromeo yo.
— Buenos no — me da un fuerte apretón en el muslo — Buenísimos.
Me da la vuelta con un rápido movimiento que casi me marea y estampa nuestras bocas. Ayer el sexo parecía darle igual y hoy parece ser lo único en lo que puede pensar.
Él intercambia besos entre mi cuello y mi boca, mientras sus manos se mueven por mis muslos, levantando el albornoz poco a poco. Su boca sabe a tabaco, tengo la impresión de que quizá haya fumado hace unos pocos minutos.
Su mano llega a mi sexo y doy un respingo. Él me acorrala un poco más contra la baranda para inmovilizarme y así de paso asegurarse de que no pueda salir corriendo. Aunque ninguna mujer cuerda haría eso estando en mi situación.
— Venga, Amalia, no seas maleducada — me reprocha entre divertido e indignado — Y mójate un poco por mí, ¿quieres?
Pasa su lengua por mi cuello y echo mi cabeza a un lado.
— ¿Y si no lo hago?
Lo veo de reojo sonreír.
— Créeme, te conviene hacerlo — me coge por las nalgas y me clava su erección en la parte baja de mi plano vientre — De lo contrario te voy a hacer mucho daño.
Desabrocha un poco el lazo de mi albornoz y me sonrojo. Seguimos estando en el balcón y quizá alguien podría vernos. Pero eso a él no parece rondarle por la cabeza.
Agarro uno de mis pechos y acaricia levemente mi pezón erecto antes de meterlo en su boca.
Jadeo al notar como sus manos se mueven por diferentes partes de mi cuerpo, sin dejar ningún rincón por explorar. Me cojo a su nuca y a su costado. Aumenta y reduce la velocidad según ve conveniente y después simplemente me levanta y me estampa contra la pared.
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Inferno {Måneskin Fanfic}
FanficDamiano David es el cantante más conocido de Italia. Amalia es solo una joven inocente y sin experiencia en el amor. Las vidas de ambos cambian cuando se conocen por casualidad una noche. Un año después se reencuentran y se dan cuenta de que ninguno...