CAPÍTULO 43

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¡Hoy es el gran día!

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¡Hoy es el gran día!

No, no me caso con Damiano (de momento), pero hoy por fin me van a quitar la maldita escayola de la pierna y podré volver a valerme por mí misma al cien por cien. Ha sido una semana bastante buena, a pesar de tener la pierna rota. Echaré mucho de menos lo bien que me ha cuidado Damiano y lo mucho que me ha mimado. He estado aquí con él durante toda una semana y lo repetiría una y mil veces. No he pensado en nadie más en todos estos días.

Las notas y las fotos que recibí de forma anónima la semana pasada las tengo guardadas en mi mochila. No se las he enseñado a Damiano porque no quería arruinar nuestros días aquí. Además, no he vuelto a ver ningún papel por debajo de la puerta y creo que quizá la persona que lo hizo puede haber perdido el interés en nosotros ya. Aunque aún estoy alerta.

Damiano me persigue echándome fotos. Yo intento rodar la silla lo más rápido que puedo. Quiero llegar al hospital cuanto antes.

— Damiano, para ya.

— Victoria quiere una foto tuya después de estar tantos días aquí conmigo — me explica.

Antes de salir por la puerta me dice que Victoria ha visto las fotos y ha mandado un audio.

— Mierda, no me puedo creer que la hayas dejado así después de follártela — se escucha la voz pícara de Victoria seguida de una risotada.

— ¿Tú qué le has contado? — le pregunto a Damiano malhumorada.

No me puedo creer que le haya dicho que me ha dejado en silla de ruedas después de follarme. ¡Para eso primero tendría que tocarme! Y, spoiler: no lo ha hecho en toda la semana. Se ha tomado muy enserio lo de cuidarme y procurar que no le pasara nada a mi pierna.

— Nada, nada — dice Damiano, inocente.

Empuja la silla y salimos de la casa en dirección al hospital. Por el camino, nos encontramos con algunos vecinos de la casa, quienes nos saludan como si nos conocieran de toda la vida. Creo que, según lo que me ha contado Damiano, se debe a que conocen muy bien a los padre de él.

En el hospital pasamos un buen rato esperando, hasta que por fin viene un médico. Me quitan la escayola de la pierna con éxito y me aconsejan que en los próximos días no me exceda caminando ni practique ningún deporte agresivo.

Es súper agradable poder volver a la casa caminando. Damiano me toma de la mano y el último tramo vamos así.

Una vez en la casa, Bidet viene hacia mí y restriega su cabecita contra mi pierna. Yo la cojo del suelo y la tomo. Si algo he aprendido de estos días con Damiano, es que él trata a sus gatos como si fueran sus hijos.

Damiano le toca la cabeza a Bidet y luego le rasca la oreja. Yo le acaricio la tripa. Parece que estemos mimando a un bebé.

— Oye, ¿a ti te gustaría tener hijos?

Inferno {Måneskin Fanfic}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora