FUGAZ © [ARDENT#2]

Capítulo 35

¿Hace falta deciros lo CONTENTA que estoy con esta bilogía? *llora dramáticamente*

Queridas, casi 120k en el primer libro, y este va creciendo poquito a poco♥️ Gracias, gracias y gracias.

En fin, os dejo con el capítulo que soy una pesada;)

35: QUERERES Y QUERERES

Un batido de chocolate, un café y dos chocolatinas después, me encontraba en la sala de espera con la cabeza en todos los lados y a la vez en ningún sitio.

Seis meses. Siempre llevaba la cuenta. Siempre. ¿Cómo no llevarla? Soy una obsesionada de las fechas. Obviamente llevaba la cuenta.

Pero esta vez, se me pasó.

Y mi teléfono vibraba, de nuevo. Y yo colgaba, obviamente. Mi madre no paraba de llamar.

Menos mal que miré la pantalla antes de colgar al segundo tono, porque resultó ser Drew.

Dios mío. Sentí aquella llamada como un salva vidas.

Salí rápidamente del interior del hospital mientras le hacían a Hunter varias pruebas. Llevaba ya una hora. Y, no podía evitar preocuparme por él.

Quizá no era lo lógico, quizá no estaba bien. Bueno, no estaba mal, simplemente era algo... inusual entre las ex parejas, supongo. Y más entre nosotros, después de cómo acabamos.

En fin; que me preocupaba todo. Me preocupaba él, su salud, su futuro, su puesto en el equipo... y sobre todo, la reacción que tendría Rhys al decirle: Sí, me acuerdo de que hacemos medio año juntos hoy, pero estoy con mi exnovio en el hospital.

—¿Drew?

—¿Eh? —preguntó con voz ronca —. No... te has debido de equivocar. Lo siento.

Será gilipollas. Lo que me faltaba, una bromita después del desastre de día que llevaba.

Aunque su voz, más que ronca, no vocalizaba.

—¿Estás borracho?

Silencio. Mierda.

—Maddie —dijo serio, pero le entró la risa tonta. Iba borrachísimo —. Maddie... no sabes cuánto te quiero.

—Joder, Drew... —musité. Lo que me faltaba.

Froté el puente de mi nariz y resoplé. Desde luego, aquel no fue mi día.

—No, te... te lo digo de verdad. De verdad de la buena, ¿Eh? porque nunca te mentiría. Jamás. Ya sabes que no.

—Sí. Lo sé, lo sé. ¿Puedes decirme dónde es...?

—¿Quieres venir conmigo? —preguntó, animado —. Porque yo estoy encantado. Buf. Ojalá estuvieses aquí conmigo ahora mismo.

No me lo podía creer. De verdad.

—Drew, te lo pido por favor. Céntrate y dime dónde estás.

Tras casi un minuto, soltó:

—¿Vendrás?

Mi paciencia caía en picado.

—Sí, iré. Pásame tu ubicación y no te muevas, ¿Vale?

Silencio de nuevo.

—¿Vale? —insistí.

Me fiaba de él. Quiero decir, podía hablar, vagamente pero podía hacerlo. Nunca había tenido problemas de alcohol, nunca salvo una vez.

El día de mi cumpleaños. Lo que pasa es que no estuve presente. Estaba ocupada cogiendo un vuelo a Mallorca con su hermano.

Ola no me quiso decir por qué estaba mal, simplemente me dijo que se había pasado con la bebida, pero no me lo creía. Drew no me habló en dos semanas, más o menos, y desde entonces, siempre teníamos esas recaídas en las que estaba distante durante una temporada y después me pedía perdón quince veces seguidas.