Epílogo 1/2

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(Sí, lo he partido en dos, jeje)

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-¿¡Dónde está la maldita cremallera!?

Rebuscó a mis alrededores, pero nada; era un caso perdido.

Llevaba más de dos horas de pie, con un peinado realmente incómodo -por no hablar del vestido - y con los nervios más traicioneros que había padecido jamás. Sentía que iba a vomitar.

Menos mal que tenía a mi mano derecha a mi lado dispuesta a animarme y hacerme sentir mej...

-Esto está siendo un puto desastre. ¡Un puto desastre!

Me giré hacia Ola, con los ojos entrecerrados. Rachel y Vee no dijeron nada al respecto. Sabían lo que pasaba.

Se avecinaba tormenta.

Intenté calmarme. Iba a ser un día duro. Debía aguantar la presión de todo el mundo, ser admirada (y criticada, claro está) por muchos invitados, aguantar las quejas de todos y, por si no fueran pocas, las mías también.

Sí. Estaba que me daba un infarto.

-Mira, eres mi mejor amiga. En serio -dije entre dientes -. Lo sois las tres, pero esta maldita actitud no me está ayudando nada a querer hacer esto, así que, por favor, tragaos todos esos comentarios de mierda porque siento que mi corazón va a explotar en cualquier momento y voy a morirme el día de mi boda.

Ala, ya está. Todo dicho.

Mis amigas se miraron entre ellas, y solo Vee se atrevió a aclararse la garganta y sonreír.

-Tienes razón, perdona -murmuró, mientras me retocaba las horquillas del pelo.

La verdad es que estaba tan nerviosa que ni siquiera me paré ni un solo segundo frente al espejo para mirarme. Jamás había hecho aquello por voluntad propia.

Y, para mi sorpresa, me gustaba lo que veía.

El vestido no era demasiado complejo ni demasiado soso, y me alegré bastante de que consiguieran hacernos ese descuento, ya que el precio se salía un poco de lo que venía a ser mi presupuesto inicial.

Poco hace falta decir que el día de elegir el vestido fue un completo desastre. Ola, Rachel y Vee me acompañaron a comprarlo, pero fue un auténtico catástrofe. Rachel no paraba de emocionarse cada vez que caía en la cuenta de que seríamos técnicamente familia y que iba a acabar casándome con su hermano. Me recordaba cada dos por tres que lo cuidara y que tuviese paciencia, aunque realmente creo que eso último habría sido mejor decírselo a su hermano y no a mí.

Vee y Ola, por el contrario, estaban bastante eufóricas. Ola era la más alocada de todas, no hace falta comentarlo, pero sí que es verdad que su presencia me agobiaba un poco. Casualmente, siempre opinaba lo contrario que Rachel.

-¡Me encanta! -chilló esta, emocionada.

-¿Estás de coña, verdad?

Fruncí el ceño y me miré de nuevo.

-¿Qué tiene de malo? -Rachel se cruzó de brazos cruzados, se acercó a mí y alisó una arruga inexistente. Le brillaban los ojos -. Es precioso. ¡Te queda increíb...!

-Es horrible. Es el vestido más hortero que he visto en mi vida.

Puse los ojos en blanco.

-No está tan mal, ¿No? -pregunté yo, algo indecisa.

A ver, no era el vestido más bonito que había visto en mi vida, pero estaba agotada. Esos días dormía unas tres horas por los nervios de toda la ceremonia, tenía que convivir con las discusiones de mis dos mejores amigas y, por si no fuera poco, tenía que encargarme de la lista de los invitados.

FUGAZ © [ARDENT#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora