Capítulo 16

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16: DISTANCIAS, DE NUEVO

No fue pisar la entrada de casa y mi padre ya estaba fuera saludando con efusividad a Rhys y preguntándole desde la entrada porqué no pasaba. Le fulminé con la mirada y le dije que tenía prisa, así que me ayudó con la mochila y entré en casa.

Susan estaba cocinando algo que olía de maravilla, para variar, y yo llevé la tortilla que me hizo Rhys anoche. Creo que desde entonces se convirtió en mi nuevo plato de comida favorito.

Me dio dos besos y llevó toda la comida a la mesa. Aún siendo tres, parecía que íbamos a comer noventa personas.

—¡Cuéntanos! ¿Qué tal la primera semana? —Preguntó entusiasmada, y yo desvié un poco la mirada.

—Bueeeeno... se podría decir que... no muy bien.

Mi padre resopló comiendo un trozo de pan indignado, y yo lo miré mal.

—¿Qué? —Pregunté secamente.

—Nada. Solo que... bueno, me lo olía.

—¿Olerte el qué, exactamente?

—Que fueses a arrepentirte y que fuese un arrebato de los tuyos.

Solté el tenedor con efusividad.

—Esto no es ningún arrebato, sabes que me cuesta socializar. Ni siquiera me has dejado hablar como para hacerte una mínima idea de cómo me he sentido esta semana, y te aseguro que ni te lo imaginas. Para algunos es un infierno eso de empezar de cero, ¿Sabes? —Reí —. No creo que lo sepas. Maldito ignorante. Pareces mamá.

Tanto Susan como mi padre se quedaron en silencio, a cuadros ante mi discursito. Lo último sobró totalmente.

Mi padre se levantó ofendido de la mesa y tiró la servilleta en ella, de mala gana. Susan apretó los labios y me dedicó una leve sonrisa antes de que los dos nos gritásemos como locos sin sentido alguno.

—¿Que soy como tu madre? ¿De verdad piensas eso?

—¡Pues a veces sí! ¡Ni siquiera te has preocupado ni un solo día por mis sentimientos, por lo que pasa por mi cabeza!

Apoyó sus manos en la mesa y me miró desafiante.

—¿Y acaso la bruja de tu madre te ha llamado una sola vez desde que llegaste aquí? ¿No, verdad? Pues entonces no me recrimines nada, porque te podría ir la vida mucho peor. Si tan mal estás, vuelve con ella. Pero a mí no me digas que me parezco a esa...

—Charlie, ya vale —Nos interrumpió Susan, y menos mal.

Y así, de la nada, me entraron ganas de llorar. Porque sí.

Madre mía, pero qué mal me sentaba la regla y el tragar todo lo que pasa por mi cabeza siempre.

Se me cortó el apetito y subí a mi cuarto, agobiada. No tardé en escribir a Drew.

Maddie: Hola, ¿Todo bien?

No contestaba, y eso solo hizo ponerme más nerviosa.

¿Hice algo la noche anterior? ¿Le ofendí con algo? ¿Por qué de pronto se comportó como un cretino?

Drew: Sí, ¿Por qué lo preguntas?

Maddie: No sé... esta mañana nos hemos ido y ni siquiera has querido despedirte.

Drew: Estaba ocupado. ¿Querías algo?

Suspiré.

Maddie: No. Da igual... déjalo.

FUGAZ © [ARDENT#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora