Capítulo 19

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19: MALDITA RESACA

Me tomé cinco vasos de agua. Un ibuprofeno. Me recogí el pelo. Me di una ducha de veinte minutos, hasta que mi piel se arrugó.

Madre mía. ¿En qué momento se me ocurrió emborracharme un viernes cualquiera?

Vale, quizá sea más común de lo que me pareció, pero... ¡Es que me encontraba fatal!

Y lo peor... bueno, es que mi despertar fue horrible. Y ni siquiera me acordé de que había quedado con Drew cuando volviese de la cena.

Estaba durmiendo tan plácidamente cuando un culo se sentó en mi cama a las once de la mañana al ver que parecía estar muerta.

—¿Maddie? —Murmuró, y al no dar señales de vida, me meneó —. ¡Maddie!

—¡QUE! —Grité, confusa, y me giré hacia él.

Se puso rápidamente de pie.

—Oh, joder... ¿¡Estás desnuda!?

Bajé mi mirada, y gracias a Dios tenía tapado todo el cuerpo, con la sábana rodeada alrededor del pecho. Lo único que estaba a la vista eran mis brazos y una pierna que tenía fuera del edredón.

Rápidamente gimoteé y me llevé las manos a la cabeza, pues sentía que iban a explotárseme doce mil neuronas y el cerebro mismo.

—Sí... perdón por lo de ayer, se me alargó.

Aunque, en realidad, yo había estado esperándole una semana, así que técnicamente era lo justo.

Él resopló y volvió a sentarse en la cama, mirándome.

—Iba... iba a disculparme, pero no sé si debo preocuparme al encontrarte en la cama un sábado a las once de la mañana y desnuda.

Abrí los ojos como platos e hice el amago de levantarme de un salto, pero había complicaciones.

—¿¡ONCE DE LA MAÑANA!? —Balbuceé nerviosa, y Drew asintió divertido —. ¡Ni se te ocurra reírte! ¡¡Adam va a matarme, no le he entregado el proyecto!!

—Oh, vamos... se pensará que estás enferma o algo así, siempre madrugas muchísimo. Además, el trabajo está hecho, solo tienes que entregarlo.

Hundí la cabeza en mi almohada y quise desaparecer. A medida que más tiempo estaba despierta, más me arrepentía de estarlo.

Tenía la garganta sequísima, una jaqueca terrible, pero lo peor... es que tenía muy buen recuerdo de esta noche.

El partido de los Bullies era a las ocho de la tarde, así que al menos tenía tiempo de recuperarme de la resaca tan letal que tenía.

—¿Cómo se entrega tu proyecto? —Preguntó Drew con mi portátil en su regazo.

Me levanté con la sábana por encima, quedándome sentada a su lado con la cabeza apoyada en su hombro, y le dije todos los pasos pero con los ojos cerrados. Era ver la pantalla tan brillante del ordenador y marearme.

—Gracias...

Drew se levantó. Estaba vestido, así que supuse que había tenido partido ya que no estaba sudado. Se dirigió a la cocina y me trajo literalmente un plato con un trozo de lasaña. Le puse una mueca.

—¿Lasaña a las once de la mañana? ¿En serio? —Reí.

—Con la resaca, el ser humano es capaz de tragar lo que sea. y tu culo se hace gaseosa con la lasaña. No importa el día. Ni la hora. Ni el cocinero. Adoras la lasaña por encima de todo —Carcajeó.

FUGAZ © [ARDENT#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora