27: CENA CASI FAMILIAR
Ocho días. Ocho días en los que había enterrado mis ojos en apuntes interminables y en fotos realmente malas. Ya no malas, sino penosas. Patéticas. Realmente horribles.
Empecé a pensar que el problema lo tenía la cámara y no yo, que simplemente no enfocaba bien o que ese día la luz era una mierda, pero no. El problema, evidentemente, era yo.
Tampoco había hecho otra cosa más que intentar llevar todo al día —pista: no lo conseguí — y leer. Mucho. La verdad es que en ocho días devoré cinco libros, y no me lo creía ni yo teniendo en cuenta lo distraída que había estado últimamente.
En fin... por lo demás, tampoco había pasado nada especial. Quedé algún día con Ola para tomarnos un café juntas, y decidimos que lo mejor para las dos sería dejar el trabajo. Karl había contratado a más camareros, con lo cual a penas teníamos horas ya, ni tiempo.
A Ola le iba genial con su grupo, habían decidido centrarse en él y tomarlo como algo más que un simple pasatiempo. Muchas discotecas y locales los llamaban y se interesaban en ellos, y yo no pude ser más feliz por ellos.
Y en cuanto a mí... bueno, creo que era obvio que tiempo que se diga, no tenía.
Ah, y no puedo dejarme el ligero detalle de que Drew había estado encima de mí durante toda la semana. Muy encima, de hecho.
Obviamente, no me quejaba. Odiaba esos sube y bajas de nuestra relación, pero la verdad es que cuando conseguíamos mantener un equilibrio, todo iba de maravilla. ¿Qué le habría pasado esa semana para estar de tan buen humor?
Hicimos muchas cosas juntos; quedar para leer, pasear, escuchar música o estudiar juntos en la biblioteca de la universidad, cenar comida rápida, visitar a sus padres y también ir al cine.
La verdad es que fue algo incómodo —al menos, por mi parte — si tenía en cuenta la última ve que habíamos ido juntos a ver una peli.
Creo que él ni siquiera lo recordó, pero lo cierto es que yo sí. Y la verdad es que me temblaban las manos incluso al coger palomitas o beber agua.
Pero en fin, eso fue hace demasiado tiempo y tampoco lo iría a sacar como de tema de conversación, ya que no quería estropear los días que llevábamos, estando tan bien.
Respecto al día al que fuimos a su casa... sinceramente, fue un maldito desastre.
Cuando llegamos, eran alrededor de las siete de la tarde, así que ya contaba con que me obligarían a quedarme a cenar. Porque, sí. Iba obligada.
Creo que si algún día me iría de esa casa sin quedarme a cenar, no volvería a dirigirme la palabra ninguno de ellos.
Margot nos abrió con la misma sonrisa de oreja a oreja de siempre, y el señor Scott... en su línea de simpleza. Me recordaba mucho a mi padre.
—Así que te gusta la carrera, entonces —Dio por hecho este.
Revolví los macarrones en el plato mientras me pensaba bien esa afirmación.
Llevaba casi un mes en la universidad y no había hecho ningún amigo. Bueno, uno si se puede tener en cuenta, pero no era mi amigo.
Simplemente era un compañero de un trabajo que teníamos que hacer juntos. Jacob era bastante agradable conmigo, la verdad.
Pero sin contar con él... sep. No tenía ningún amigo.
Ah, ¿Y el señor Roerig? Me odiaba. Tenía que hacerlo.
¿Cómo es que me había tenido prácticamente explotada a trabajos hasta esta semana? ¡Literalmente no me mandó nada! Ni unas miserables fotos de los partidos de hockey. Nada. Cero. ¿Cómo podía ser?
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FUGAZ © [ARDENT#2]
Teen Fiction[BILOGÍA ARDENT #2] Dos meses daban para mucho. Para salir, relajarte, socializar, hacer un cambio de look radical o volverte loca. Maddie Griffin prefirió la última de todas. Dos meses después de su viaje inesperado a Australia, se encuentra en Mi...