Capítulo 12

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12: COMIENZOS

Esas semanas se me hicieron largas no, larguísimas. Sobre todo sabiendo que Rhys no volvería el lunes siguiente, no... mínimo estaría allá otra semana más.

Alguno de los chicos estaba de viaje y no quería irse sin despedirse de alguno de ellos. Además, la empresa de mudanzas que contrató iba con un ligero retraso, y no pudieron más que trasladar un cuarto de todas sus pertenencias.

Aproveché para trabajar esas horas extra y poder pagar a tiempo el plazo de la residencia, además del primer pago por adelantado al reservarla. Drew me ayudó a terminar con todos los papeleos, e incluso la señora Scott se pasó a mi casa para hablar del tema, me dijo que estaba muy emocionada.

Y, entre tú y yo. Secreto de marujas: me agradeció sacarle de casa a un chico muy pero que muy pesado, aunque lo quisieran mucho.

Dudaba que más que a Hunter, pero bueno.

Hablando del rey de Roma, volvió a escribirme. Se enteró de que iba a entrar a la universidad.

Estaba trabajando y atendiendo a Ola y a sus compañeros de piso, cuando tuvo el valor de presentarse allí. Sí, sí. En la cafetería.

Vino al mostrador con cara de perdido, como si ni él mismo supiese que hacía ahí. Yo me hice la distraída, por supuesto, como si no lo hubiese visto, e intenté escabullirme por tierra, mar y aire.

—Hola —Saludó, apoyando sus manos en el mostrador.

—Oh... hola —Me hice la sorprendida —. ¿Qué haces tú por aquí?

—Eh... me apetecía un café.

Entrecerré los ojos algo incrédula, pero no lo discutí.

Iba con ropa de deporte, mis pantalones favoritos, los grises, y una camiseta blanca de manga corta. Tenía el pelo algo revuelto y sus manos al presionar el cristal del mostrador dejaron vaho por el contraste de su temperatura tibia con la del cristal.

Cerré la boca en cuanto me di cuenta de que la había abierto.

—¿Qué te pongo?

—En realidad... no quería un café.

Oh, hagámonos ahora los sorprendidos.

—¿Y... qué haces en una cafetería, entonces? —Reí.

—Mi madre me ha contado lo de la universidad. Enhorabuena —Sonrió.

—Gracias.

Silencio incómodo.

Agarró uno de los vasos de cartón en los que servía café para llevar.

—Oye... agradezco tu visita repentina, pero tengo que seguir trabajando, y si no quieres nada...

—Un café cortado. Por favor —Me cortó.

Elevé las cejas y suspiré. Menos mal que mi salvadora vino a cumplir su función.

Ola se situó junto a Hunter en la barra, ya que ese día tenía la tarde libre, y di gracias a Dios por tenerla en ese mismo momento allí.

—Hola, guapo —Le revolvió el pelo poniéndose de puntillas, a pesar de estar él agachado.

—Ya veo que a parte de teñir tu pelo también te gusta teñirte el cuello, pillina.

Los tres dirigimos nuestra mirada a su garganta. ¿Y luego la vampiresa era yo?

Lo tenía lleno de chupetones de todos los colores. Alguno morado, otro del color del corazón, y otro incluso verde amarillento.

Se lo tapó rápidamente con las manos antes de que le preguntase dónde narices se había metido estas dos semanas.

FUGAZ © [ARDENT#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora