32: JANE
Creo que no había dormido tan mal en mi vida. Y mira que no tenía motivos para hacerlo.
Después de lo intenso que fue ese día, lo hicimos con más ganas que nunca. Aunque acabé llorando, para variar. Empecé a sollozar en su hombro en el momento menos... ¿Lógico? Y se asustó un montón.
De hecho, me despegó de él tan rápido que casi salí volando de la cama, pero después vio que no tenía nada que ver con ese tema.
-Oye, oye... -murmuró, preocupado -. ¿Qué he hecho? ¿Te... te he hecho daño? -tragó fuerte -. ¿Es eso?
Es que como para no llorar. Se pensaba que me había hecho daño. Se pensaba que esas lágrimas eran por su culpa. Entonces lloré más fuerte.
-Es... es q-que... -lloriqueé como una niña pequeña, mientras él me consolaba acariciándome la espalda desnuda y despejándome la cara -. te q-quiero... te quiero mucho, Rhys.
Hundió las cejas y esbozó media sonrisa llena de alivio cuando vio que se trataba de eso. De que estaba más sensible que yo misma cuando me bajaba la regla, y mira que eso es difícil. MUY difícil.
Me tapó con las sábanas y acabamos durmiendo los dos pegaditos. Una pena que destrozara el momento al literalmente sudar como una cerda al tenerlo tan cerca. Y desnudo. Y... ¡Tronaba! Es que estaba de los nervios.
Así que para las siete de la mañana ya estaba danzando por la habitación de un lado para otro, sacando la ropa que me pondría ese día, colocando mi libro en su mesita de noche... no sé. Cualquier cosa para distraerme.
De repente, Rhys se incorporó apoyándose con los antebrazos en la cama, mirándome confuso y... con cara de gruñón. De gruñón total.
-No puedes hacer eso -masculló, y se me pusieron los pelos de punta al escuchar su voz tan grave.
-¿El... el qué? -pregunté, confusa, con su camiseta en mi mano.
-Pasearte desnuda delante de mí. Sin venir aquí.
Mis hombros se relajaron, pero mis mejillas estaban del color de una fresa. O de un tomate. O aún peor, de...
-Me levantaría y te traería aquí yo mismo, pero... -señaló sus bajos con el mentón, y me reí al ver un bulto bajo la sábana -. Bueno, ya sabes.
Solté una carcajada en voz baja para que el resto no nos escuchara, cuando volví a la cama y tardó literalmente dos segundos en chocar sus labios con los míos torpemente, con tantas ganas que casi me besuqueó en la oreja.
Me colocó bajo su cuerpo, lo cual significaba que... él iba a hacer todo el trabajo. Y yo iba a estar ahí. Tumbada. Bajo él. Sin hacer nada. Solo contemplando al dios divino que tenía encima (y no me quejaba por ello).
-No -gruñí, dándole la vuelta -. Estoy literalmente hiperactiva. Si me dejas abajo, voy a estar todo el día pensando a toda velocidad. Necesito quemar energías, así que déjamelo a mí esta vez.
Sonrió de lado a lado de la cara cuando me vio tan segura de mí misma, y no se quejó en absoluto.
Me agarró la cara con las dos manos, tirando de mí para poder besarme mejor. Después, hundió su cara en el hueco de mi hombro cuando lo sentí dentro, y me abrazó con todas sus fuerzas. Me abrazó y... bueno, digamos que lo hizo todo, con mucha fuerza.
Lo sentí más duro que anoche, o quizá solo fuese mi imaginación. El caso es que él entero estaba duro en tensión. No paraba de jadear como un perro hambriento.
-R-Rhys... despacio-murmuré, poniendo los ojos en blanco.
-No puedo. No puedo ir despacio si te paseas desnuda a las siete de la mañana delante de mí.

ESTÁS LEYENDO
FUGAZ © [ARDENT#2]
Fiksi Remaja[BILOGÍA ARDENT #2] Dos meses daban para mucho. Para salir, relajarte, socializar, hacer un cambio de look radical o volverte loca. Maddie Griffin prefirió la última de todas. Dos meses después de su viaje inesperado a Australia, se encuentra en Mi...