Capítulo 11: Pesadilla

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Ahora mismo, podíamos ver al chico de la bolsa de papel acostado sobre la manta que, anteriormente, tiró al suelo. Ya había desinfectado su herida tal como decía el libro y vendó su pierna, ahora, lo único que tenía que hacer, era dejar descansar su pierna para que se cure más rápido y, en poco más de una semana, podría caminar sin la necesidad de esa rama.

Mono se encontraba disfrutando el momento de paz que ahora tenía, se había comido las rodajas de pan que se trajo de la escuela antes de que se empiecen a endurecer, pero la paz nunca dura, y el chico sabía que que tenía que salir de allí para buscar un lugar más seguro que la habitación de un hospital, así que dio un suspiro cansado antes de recoger sus cosas y guardar el limpiador antiséptico con las vendas en la mochila, no los iba a dejar después de lo que les costó conseguirlos, los use o no, se los llevará, era mejor prevenir que lamentar.

Cuando guardó todo, agarró su rama para ponerse de pie y comenzar a caminar hacia la salida. Automáticamente notó que su pierna le dolía menos, ya no sentía el ardor constante que le molestaba cuando caminaba, supuso que fue porque lo desinfectó correctamente y sonrió por eso antes de salir de la habitación caminando más rápido que cuando llegó.

Mono se estaba dirigiendo hacia la rejilla que, anteriormente, había usado para entrar. No sabe el por qué, pero, aún sin el doctor, este lugar hacía que sus sentidos estuvieran al máximo, y no sólo porque estuvieran los pacientes o las manos que se mueven solas, sabía que algo se escondía entre las sombras. Desde que vio esa habitación destruida, no pudo evitar sentir que estaba en peligro.

Mientras más caminaba, la luz se hacía más opaca, lo que le pareció muy raro, cuando caminó por este lugar estaba seguro que estaba más iluminado.

Al llegar al final del pasillo y doblar a la derecha, Mono se asustó por lo que vio: había muchos maniquíes tapando el camino y todas las luces estaban rotas, menos una que se encontraba parpadeando.

Mono abrió los ojos, si esa luz se apagaba estaría perdido, miró entre las piernas de los maniquíes y vio la rejilla por la que había entrado, estaba tan cerca, pero pasar por ahí era muy riesgoso. Apretó los diente bajo su brazos antes de darse la vuelta para buscar otra salida, pero, cuando lo hizo, la luz que parpadeaba explotó, dejando nada más que oscuridad.

La sangre de Mono se le fue de la cara y miró hacia atrás sólo para ver como todos los maniquíes lentamente miraban en su dirección y, poco a poco, comenzaban a caminar hacia él.

Sin pensarlo, rápidamente se fue corriendo hacía la luz ignorando el dolor de su pierna mientras todos los maniquíes comenzaron a correr a él.

Mono dobló la esquina y se dejó caer en el centro de la luces para mirar atrás y ver como los maniquíes que tocaban la luz se dejaban de mover y eran empujados por los que todavía estaban en la oscuridad.

El chico se quedó mirando al techo mientras soltaba un suspiro para luego ponerse de pie con la ayuda de su rama y frotarse un poco la pierna antes de irse por el pasillo iluminado dejando a los maniquíes atrás, ahora estaba más que seguro que no era el único en el hospital.

Mono estuvo caminando por unos minutos y, cada tanto, se frotaba la nuca para luego mirar hacia atrás, hace poco comenzó a sentir que alguien lo observaba, pero no sabía quién ni de dónde. El chico se había empezado a sentir incómodo y comenzó a caminar más rápido, no le gustaba sentir que lo miraban, le hacía recordar cuándo estaba encerrado en la torre con todos esos ojos sobre él.

El chico caminó por casi una hora más y llegó a la conclusión que odiaba los pasillos casi tanto como la torre. ¿Para qué existen? sólo para confundirte y hacer que te pierdas y, en este mundo, eso no era algo bueno.

Little Nightmares: The return of MonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora