Capítulo 3: Huésped

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-Diecinueve mil novecientos uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez...

Aburrimiento, éso era lo único que sentía Mono.

Ya no sabe cuanto tiempo pasó, tal vez una semana, un mes, un año, o quizás diez; no lo sabe.

Estar en una habitación vacía con sólo una silla no es muy divertido que digamos y, sin mucho que hacer, se había puesto a contar para tratar de opacar el aburrimiento.

Él sólo quería salir y ver ese cielo nublado al que estaba acostumbrado, antes hubiera preferido ver el sol, ya que recuerda que la luz que emanaba era demasiado calida; pero ahora, con ver sólo el cielo nublado le bastaba.

Mono se encontraba mirando al vacío con ojos cansados mientras seguía contando en su mente-Noventa y cinco, noventa y seis, noventa y siete, noventa y ocho, noventa y nueve... -Mono hizo, lo que el creyó que era, una breve pausa-Veinte mil.

Una vez llegó a los veinte mil, el chico dejó escapar un suspiro pesado mirando hacia abajo, pero cuando lo hizo se quedó demasiado confundido, su cuerpo era más grande, ¿cuándo fue que creció? Hace sólo unos segundos era pequeño, ¿no?

Se restregó los ojos antes de decidir ponerse de pie para tratar de buscar una salida de ese lugar, si el tiempo no lo mataba, seguro que lo haría el aburrimiento.

Al comenzar a caminar y alejarse de la silla, Mono estuvo en el vacío oscuro durante unos minutos hasta que a lo lejos vio una luz.

Pensando que era una salida, el chico comenzó a correr, pero parecía que se movía más lento que antes, no le dio tanta importancia ya que creyó que se debía a que estuvo sentado mucho tiempo.

Acercándose, pudo divisar un objeto que estaba en el centro de la luz, pero una vez que se acercó lo suficiente para poder verlo mejor, se dio cuenta que era la misma silla de la que se había parado.

Mono se quedó mirando la silla un rato antes de suspirar de decepción y darse la vuelta para seguir caminando en busca de una salida.

El chico caminaba y caminaba en muchas direcciones pero siempre regresaba al mismo lugar de esa silla con esa luz violenta.

Aún así, Mono siguió caminando por horas sin esncontrar nada más que esa silla, era como si en ese lugar no hubiera más que sólo ese mueble deadera; sin más que hacer, el chico se rindió y se subió a la silla para estar sentado otra vez.

Nunca le gustó rendirse, odiaba dejar las cosas como están, pero, si siempre volvería al mismo lugar sin importar donde camine, no podía hacer nada. Al final, se decidió esperar a que pasé algo, algo que lo ayude a salir.

Volvió a mirar al vacío y a continuar contando en donde lo había dejado, era lo único que podía hacer ahora, además que lo ayudaba a perderse en su mente.


-Noventa y cinco, noventa y seis, noventa y siete, noventa y ocho, noventa y nueve... -Mono miraba al la nada con ojos vacíos, aburridos y con ojeras-Novecientos treinta mil quinientos.

El chico dejó escapar un bostezo largo, no estaba cansado, pero estaba muy aburrido, contar números sólo lo distraía, mas no lo entretenía.

Bajando la mirada a su cuerpo, vio que había crecido de nuevo, se volvió muy alto comparado con antes, ya casi tenía el tamaño de los espectadores, pero, esta vez, Mono no se sorprendio ni se confundió, ya no le importaba que haya crecido, no le importaba nada más que sólo contar y perderse en su mente para no tener que estar ahí.

Así se había repetido varias veces, él sólo contaba mientras se perdía en su mente, y cuando volvía a mirar su cuerpo se daba cuenta que había creciendo otra vez, simpre era igual. ¿En algún momento dejará de crecer? No lo sabe. ¿Cuándo se cambió de ropa? Tampoco lo sabe, lo único que sabía era que se convertía en uno de esos seres de los que había tratado toda su vida de sobrevivir, se estaba combirtiendo en una a pesadilla, pero no le importaba, ya no le importaba nada y volvió a contar para poder perderse una vez más.

Little Nightmares: The return of MonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora