"𝗣𝗥𝝠𝗜𝗦𝗜𝗡𝗚 𝗧𝗛𝗘 𝗪𝗥𝝝𝗡𝗚 𝗣𝗘𝗥𝗦𝝝𝗡"

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(...)

El color anaranjado intenso del amanecer hizo que mis ojos se abrieran lentamente, estaba posada en el asiento del copiloto en el que previamente había gastado varias horas durmiendo, mientras que Rosalie conducía el helicóptero.

La dirección a la que se dirigía era inexistente, pues no teníamos rumbo o algún destino en el cual fuéramos bienvenidas, sin embargo, decidió regresar a la ciudad, de donde previamente habíamos partido. Ella giro su cabeza y me vio por unos segundos.

— ¿Estás bien? — Hablo para escucharla por los audífonos en mis oídos.

Aparte la mirada de al frente y la miré a ella con un cansancio enorme reflejado en mi rostro a lo que ella volvió a mirar al frente esperando una respuesta que jamás obtuvo. Sin mucho esfuerzo me puse de pie a medias y caminé dos pasos hacia atrás para abrir la dañada puerta de metal de aquel helicóptero aún en movimiento.

— No te avientes. — bromeó la pelinegra al ver mi aproximación al borde.

— No lo haré... aún no, tengo cosas por hacer. — respondí en un tono muy bajo.

La ciudad se veía tan sola, solo un par de animales corriendo por las calles, tal vez eran perros. La gente era escasa, ya nadie salía de su hogar por la terrible inseguridad que les causaba. La mitad de la gente se había ido, sin priorizar a los buenos antes que los malos, por lo tanto... Los malos estaba impulsados por esa fuerza en la cual la policía a duras penas les harían algo, si es que quedaba alguien con ese oficio.

Los edificios estaban con ventanas rotas, algunos quemados, otros ahora en llamas, algunos derrumbados y otros más habitados por gente asustada. El color del amanecer que cada vez se hacía más intenso; iluminaba estas construcciones, no podía negar que aunque fuera cruel y doloroso, la vista era algo linda... O más bien, transmitía paz, sobre todo la pureza en el aire que inhalabas.

La gente de abajo nos veía pasar, algunos nos hacían señales y otros simplemente se quedaban parados. Aunque quisiera, no podía a ayudarlos. Era una "heroína" que por primera vez nunca sintió poder en sus manos.

Rosalie descendió lentamente en medio de un bosque, en donde había un gran lugar totalmente solo, era demasiado verde, el pasto llegaba a nuestras rodillas y el aroma floral era delicioso. Al centro de este campo, había una pequeña casa de madera blanca rodeada de enredaderas que crecieron velozmente. Ahí fue en donde ambas entramos, queríamos pasar el día en un lugar tranquilo.

(...)

Habían pasado 7 horas desde que entramos a ese lugar, desearía decir que ambas habíamos descansado pero era mentira, podíamos escuchar nuestros pensamientos tan intrusivos y paranoicos sobre lo que nos caería encima. Simplemente estábamos esperando a que algo sucediera. Algo iba a pasar y estábamos en lo correcto...

𝗥𝗘𝗗 𝗥𝝝𝝝𝗠 || 𝖰𝖴𝖤𝖤𝖭 𝗈𝖿 𝖡𝖫𝖮𝖮𝖣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora