Capítulo 37 | Ledger

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Al llegar a casa luego de platicar con Chase, creí que tenía las cosas claras. Como últimamente sucede, estaba equivocado.

Luego de la escena con Tate en la cocina y verla tan feliz con la nueva gatita, en plena ducha las palabras de mi padre cobraron sentido. Es como si siempre lo hubiera sabido, como si notara cosas que Tate y yo nunca fuimos capaces de ver. Él me lo pidió, y hasta anoche fui capaz de recordarlo y enmendar mi error. Un error que si bien me la está cobrando pasando un terrible momento con mi mejor amigo, no se siente incorrecto. Se siente como si es aquí donde debería estar, donde, si bien nunca fue mi intención quedarme, ahora no se me ocurre un lugar mejor a donde ir.

Miro a Tate a mi lado, dormida y desnuda y no puedo evitar sonreír para mí porque sigue siendo surrealista que esto esté pasándonos. Estamos en la cama, ni siquiera sé como es que llegamos hasta aquí, pero lo estamos. Su espalda recibe la luz que entra por la ventana y lentamente subo la sábana hasta un poco más arriba de su trasero que ha estado al descubierto seguramente toda la noche. Me pongo nervioso sólo de recordar que la he tenido desnuda sobre mi hace menos de cuatro horas.

Su cabello, que ahora ha decidido mantenerlo en su estado natural, un ondulado oscuro y brilloso, está revuelto sobre la almohada y algunos mechones cubren sus hombros. Yo estoy acostado de lado, y de tanto prestar atención a sus detalles, mi mano se encuentra moviéndose en ligeros movimientos de arriba abajo sobre su espalda antes de que pueda controlarlo.

Antes de que todo esto comenzara a suceder, no sé qué tenía planeado en mi vida, para ser honesto. Si quedarme en esta casa para siempre y conformarme el estar en el equipo en el que estoy o esforzarme más para ser fichado e irme de Long beach muy pronto, para llegar tan lejos como lo hizo mi padre en su juventud, sin distracción, sólo yo. Ahora no estoy seguro de que mis planes fuesen tan buenos como lo es esto, porque si bien estoy casado y es una farsa, me he casado con Tate, y ahora estamos comenzando desde cero. No creo que haber comenzado desde cero antes me hubiese puesto tan nervioso y entusiasmado como lo estoy ahora.

El decidir, juntos, hacer un intento hace que este matrimonio se torne verdadero y sienta el peso sobre mis hombros de hacer las cosas no bien, si no impecables, porque si de algo estoy seguro hoy es que no quiero arruinarlo, y sé que es algo de lo que estaré seguro también mañana.

Un movimiento hace que salga de mis cavilaciones y me encuentre a Tate mirándome. Sigue de espaldas, aunque ha girado la cabeza en mi dirección. Está sonriendo.

-Buenos días -ronronea. Hace un intento por sacar la mano de la sábana y llevarla hacia mí, pero está tan adormilada que la deja flexionada sobre la cama, así que me las ingenio para, con mi mano libre, tomar su mano y acariciar sus dedos.

-Buenos días -antes de que pueda controlarlo, me inclino para darle un beso. Un beso que Tate recibe sin chistar.

Vuelve a sonreír.

-Me parece que así debimos amanecer después de la noche de bodas -dice.

Sé que está bromeando, pero no me gusta mucho recordar como sucedieron las cosas después de la noche de bodas. A diario pasa por mi cabeza nuestra primera vez teniendo sexo y no puedo negar que siempre tiene en mi el mismo efecto, mas no me gusta recordar lo que vino después, así que lo evito.

Pero no ahora.

-Es otro error que intento enmendar.

-¿Ah sí? -Tate se gira hasta quedar frente a mí. Sus pechos están fuera y no puedo concentrarme mucho por unos segundos. Cuando vuelve a hablar, regreso a sus ojos- ¿Cuál es el primero?

-No haberte puesto de primera. Fue un error darle más importancia a la culpa que a ti. Me he esforzado tanto por hacerte feliz que acabé siendo como los demás y lo arruiné.

Mientras tú me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora