Capitulo 37

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Las segundas personas en enterarse fueron el bobo de Xichen y su linda madre Furen, unos cuantos meses después de habérselo dicho a Wei Ying. A decir verdad no fue justo como imagino que se enterarían si es que alguna vez se atrevía a decirles.

Lo que paso, desde la perspectiva de los Lan fue que, un día por la tarde un pequeño niño de 11 años tocó a su puerta con un gran puchero, unos ojos rojos por aguantar el llanto y un gran chorro de sangre cayendo de su frente diciendo las palabras:

-El fantasma me lanzo una piedra.

Lan Furen había actuado rápido y llevó a Wanyin al hospital, le había preguntado dónde se encontraba su hermano y si ya sabía que había pasado, el pequeño Cheng sólo había soltado entre murmullos que no le había dicho y que prefería que no se enterara. Sim embargo Furen seguía insistiendo en que debía decirle, después de todo Wei Wuxian era quien estaba a cargo de él pero aunque era cierto Jiang Cheng se seguía negando rotundamente.

-Debe de estar muy preocupado- trato de persuadir- ¿Le dijiste que vendrías con nosotros?

-Si...

-Debemos decirle A-Cheng.

-No quiero.

-A-Cheng...

-No.

-Tu Xian-Gege se enojará si descubre que no le dijimos.

-Solo si se entera.

Lan Furen suspiro, insistiría más si tan solo el pequeño no la hubiera amenazado con no dejarse revisar si ella le decía a Wei Ying. En eso su teléfono recibe una llamada de su esposo preguntando por su paradero, ella decidió salir de la habitación para poder contarle a detalle lo que Wanyin les había dicho, claro que no sin antes hacerle una señal a la enfermera para indicarle que saldría y que Jiang Cheng ya estaba dispuesto a cooperar.

-Muy bien Jiang Wanyin, déjame ver que es lo que tienes ahí.

Por otra lado Lan Xichen miraba con preocupación la frente de Wanyin mientras una enfermara "lo curaba" como había dicho su mamá.

-¿Te duele mucho Wanyin?- preguntó.

-No- contestó, sin embargo Xichen no le creyó.

-¿Le duele?- preguntó nuevamente pero ahora a la enfermera, quien le dedicó una pequeña sonrisa.

-Sólo un poco pero con esto se sentirá mejor- aseguró la mujer.

-Pero se ve muy mal señorita- la enfermera sólo lo escuchaba mientras hacía su trabajo, cuando Jiang Cheng soltó un quejido Xichen sintió pánico- Espera, espera hazlo despacio, mira, le está doliendo- dijo alarmado tomando el brazo de la enfermera.

-Está bien, lo haré más despacio- prometió, elevó su mano nuevamente pero Lan Huan volvió a detenerla.

-¿Segura?

-Si.

-¿Muy muy muy segura? Porque cuando yo me pego en el dedo chico del pie duele mucho, siento que podría morir y A-Cheng tiene una herida muy grande en la frente- balbuceaba mirando a Cheng- Si lo haces rápido le dolerá.

-Es por eso que debo tratarlo, para que no le duela más.

-Estoy bien Xichen-ge- Jiang Wanyin hablo pero fue totalmente ignorado por el pelinegro.

-¿Lo harás despacio? ¿Me lo juras?

-Lo juro.

-Está bien.

La soltó y retrocedió unos pasos, atento a cada uno de los movimientos de la mujer preparado para detenerla si es que era necesario. Como no acababa y Wanyin parecía ido en sus pensamientos Xichen comenzó a caminar de un lado a otro en la habitación, moviéndose nerviosamente y haciendo caras de dolor cada que el algodón tocaba la frente de Jiang Cheng, soltaba la misma pregunta cada que sentía que llevaba mucho tiempo:

-¿Ya casi acaba?

Y la enfermera siempre contestaba amablemente un:

-Sólo un poco más.

Jiang Cheng definitivamente envidiaba la paciencia de esa mujer. Si fuera él ya hubiera sacado a Xichen a patadas de la habitación.

¬Ateo a MediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora