CAPÍTULO 35 LA GENIALIDAD DE LEO

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—Que intrigante es, señora Dómine—me besó la nariz—. Pero sea lo que sea, soy todo tuyo.

Que Leonard me dijera eso, siempre me hacía sentir cosquillas en el corazón.

Pasee mis brazos tras su cuello.

—Hum, estoy segura de que eso es más que una plegaria para ti.

—Es el propósito de mi vida—sonrió, sus ojos brillaban intensamente—. Pertenecerte total y completamente.

Me había robado las palabras, comprendí que lo que sentía por mí era igual que yo... no, él me ama mucho más de lo que yo lo amo a él y eso es perfecto.

Lo besé, sin contestar a sus palabras, pero sé que él entendía lo que apenas y podía expresar. No me controlé, tampoco quería que él lo hiciera.

Pegué mis caderas a las suyas, haciendo fricción, segundos bastaron para que sintiera un bulto entre sus pantalones. Sus manos viajaron hasta las solapas de mi suéter, metiéndolas por debajo de la tela.

Recorrió con la punta de los dedos, mi ya sensible piel.

Jadeante se retiró un poco.

—¿Está bien que lo hagamos?

—Hum, cállate y bésame—lo atraje de nuevo, pero se resistió.

Gruñí por lo bajo.

—Hablo enserio, si te lastimo...

—Leonard Dómine, solo cógeme y ya, llevo mucho tiempo esperando este momento.

Se rio con ganas, volvió a pegar sus labios con los míos.

—Levanta los codos, cara.

Me estremecí, emocionada hice lo que me pidió, no, lo que me ordenó.

Me quitó el suéter, apenas bajé mis brazos y ya tenía sus dedos hábiles desabrochando mis pantalones.

Me dio un beso rápido y quitó mis pantalones de un tirón, sus facciones eran emocionadas, como un niño en navidad, me contagió su ímpetu.

—Respira, chery, no iré a ningún lado.

Volvió a reír, pero ahora sonaba ronco. Posó sus manos sobre mis muslos.

—No me resisto, mia Regina—se arrodilló frente a mí, ahora, yo contuve el aliento, sus dedos se enredaron en mis bragas—. Quiero comerte.

Tomándose su tiempo, bajó mis bragas y las lanzó a no sé dónde, me acarició las piernas, bajando hacia mis pies, besando la punta de mis dedos.

—Espera ¿Qué haces?

—Dije que quiero comerte—jadeó—, quiero comerte completa.

EL subidón de calor iba a explotarme la cabeza.

Subió a besos por mis tobillos, mis pantorrillas, lamiendo mis rodillas.

—Hum... Leo...

Separó, despacio, mis rodillas, dándole un panorama completo sobre mí. Se detuvo a mirar embelesado, por una fracción de segundo me sentí avergonzada, ¿Por qué estaba mirándome?

Parecía incluso más emocionado, cuando bajó su boca, enterrándola entre mis muslos, sentí su lengua caliente y mojada. Di un respingo.

—Leonard...

—Mia Regina.

Regó besos mojados por mis muslos, hasta dar con mi sexo, besó alrededor de mis labios y luego chupó mi ya muy sensible clítoris. Entonces estallé, grité fuerte, me aferré de sus cabellos.

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⏰ Última actualización: 20 hours ago ⏰

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