Capítulo 15 "Reencuentro"

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Verónica se detuvo en seco al verla. Ana estaba tan bella como siempre, con el cabello en su mismo estilo. Pero el top que estaba usando dejaba poco a la imaginación. Los ojos hambrientos de la castaña vagaron sobre ella, los músculos de sus brazos y espalda se esforzaban con el peso del escritorio que ella y su hermana estaban descargando.

Como si sintiera su presencia, la menor se detuvo girando su cabeza y elevando ligeramente las cejas. Vero sonrió tímidamente. No sabía que estaría allí. Isabelle no había mencionado cuándo llegarían. Estaba a punto de ofrecer una disculpa y hacer un escape rápido cuando Ana le sonrió.

-Un poco de ayuda aquí, si no te importa.

Ella se apresuró, sus ojos se encontraron brevemente con los de la morena antes de agarrar una esquina. Le sonrió a la hermana de Ana y asintió.

-Me alegro de verte nuevamente.

-Yo también- dijo- Esta mujer- señaló a su hermana- Pensó que podíamos mover este monstruo sin ayuda. Me alegro que hayas venido.

-Venía a ver a Isabelle. No sabía que ustedes estarían aquí- respondió ella.

-Oficialmente me mudo la próxima semana- dijo la menor- Pero necesitaba un escritorio- miró brevemente la pesada pieza mobiliaria que todas tenían cargada- Si puedes ayudarnos a girarla y subirla por las escaleras, eso sería genial.

-¿Dónde está tu madre?

-Haciendo lo que mejor sabe hacer...-dijo su hermana con una sonrisa- Cocinar.

Verónica no estaba segura de estar ayudando en absoluto, pero se las arregló para mantener su agarre en uno de los bordes del escritorio. La hermana de Ana lleva la peor parte del peso mientras maniobraba a través de la puerta principal.

-¡No rayen la pared!- expresó Isabelle desde la cocina.

-Voy a arreglarlo si lo hacemos- dijo Ana mientras estaba apretujada en la puerta.

-¡Verónica! Qué sorpresa- dijo mientras se acercaba para inspeccionar los daños- Y te pusieron a ayudar.

-Sin embargo, no estoy segura de estar haciéndolo- sonrió mientras mantenía una mano sobre el escritorio.

-Aquí- comentó la morena dirigiéndolos hacia la habitación de invitados.

Ya había sido transformada, notó la mayor. La cama doble y la vieja cómoda habían sido sustituidas por una cama matrimonial y un tocador a juego. No podía imaginar cómo encajaría el escritorio.

-Un poco apretado, hermanita- dijo con escepticismo.

-Lo sé. Pero lo he medido. Va a encajar.

-¿Estoy en el camino?- preguntó Verónica cuando ella y Ana estuvieron apretujadas contra la pared, el escritorio estaba apoyado pesadamente contra ellas.

-Hemos estado en lugares más ajustados- murmuró la menor con una sonrisa.

Verónica sonrió en respuesta. Había pasado tanto tiempo desde que ella y Ana habían estado juguetonas la una con la otra, no sabía cómo reaccionar.

-Ni siquiera vas a tener espacio para caminar por aquí- dijo su hermana mientras ponía el escritorio en la esquina.

-No me importa. Necesito mi escritorio- replicó Ana pasando una mano por la superficie pulida- Ruédalo hacia atrás un poco- agarró una esquina y la empujó contra la pared.

-Se ve bien aquí- dijo la castaña - ¿Supongo que es un escritorio especial?

-Bueno, no es una pieza antigua de fantasía ni nada- respondió Ana- Cuando tuve mi propia casa, fue la primera pieza mobiliaria que compré. Antes, cuando las computadoras eran computadoras grandes y no laptops- dijo con una sonrisa- Pero es cómodo y necesito dos laptops así que de esta manera podré extenderme y no violar el espacio de mamá.

-Más bien el desbarajuste de tu madre- corrigió Isabelle. Echó un vistazo a la ojiverde- ¿Te quedas a comer?

-Oh, no quiero molestar- dijo- Sólo vine a verte. No sabía que tus hijas ya estarían aquí.

-Tú no estás molestando. Preparé un pequeño asado esta mañana. Vamos a tener sándwiches de carne asada- miró a su hija- Bueno, nosotros lo tendremos. Ana tiene algunas rebanadas de tofu marinado. No tengo ni idea de lo que planea hacer con ellos.

-Voy a freírlos y servirlos en una tortilla sin gluten con lechuga, pimientos y remataré con mi salsa secreta- respondió- Y va a estar crujiente y fresco y todas ustedes querrán uno.

-Me quedo con la carne asada- bromeó su hermana.

-Eres dueña de tiendas de alimentos saludables- replicó- ¿Cómo puedes seguir comiendo de esa manera?

Negó con la cabeza- mi esposo cocina comidas sin carne muy a menudo- dijo- Pero trazo la línea con el tofu- hizo una mueca.

Ana miró a Verónica ¿Tú?

-Bueno, ya que tu madre se tomó todas estas molestias, probablemente también debería tomar el sándwich de carne asada- contestó con una sonrisa.

-Gallina- murmuró la morena.

Ella se echó a reír- Nunca he probado un tofu que me haya gustado. Lo siento.

-Entonces tú y mi hermana tendrán que probar el mío.

Aunque ella y Ana no habían tenido un segundo a solas, la conversación no había sido tensa en lo más mínimo. Había sido agradable, en realidad. Por primera vez en los últimos dieciocho años, no había tensión subyacente entre ellas. Eso había sido un poco desconcertante. Quizás Ana, ¿la había superado?

Habían pasado cinco años desde que se habían visto. La última vez, bueno, habían tenido algunos momentos robados en el coche, eso había sido todo. El fuego aún había estado allí. ¿Ahora? Ahora la morena parecía haberlo superado. Tal vez había seguido adelante. Tal vez estaba saliendo con alguien. Tal vez estaba enamorada de alguien.

Ese pensamiento trajo un fuerte dolor a su corazón. Estaba siendo egoísta, lo sabía. Ana se merecía una vida, merece ser feliz. Lo que parecía ser mientras charlaba con su madre y hermana, siempre incluyendo a Verónica en la conversación.

-Así que, ¿mamá dice que el chico genio fue ya a la universidad a la facultad de medicina?

La castaña asintió y sonrió- Sí. Se fue hace unos días- se volvió hacia Isabelle- Él me dijo que te dijera que echa de menos tus brownies y si llegas a hacer, le prometí que le enviaría un paquete.

-Oh, por supuesto que lo haré.

-Quince y en la escuela de medicina- dijo su hermana con un movimiento de cabeza- Increíble.

-Lo sé. Me ha tomado años acostumbrarme a eso y todavía me sorprende a veces- miró a la menor- Especialmente tomando en cuenta mis habilidades matemáticas- dijo con una risa.

La morena también se rió- Por supuesto, tu madre pensaba que tú me estabas dando tutoría- le recordó- ¿Cuántas veces nos capturaron?

Sus miradas se sostuvieron y la ojiverde sonrió ante la mirada maliciosa en los ojos de Ana.

-Sólo nos capturó... En tutoría un par de veces.

La mirada que pasó entre ellas trajo un montón de recuerdos haciendo otras cosas de las que temían que su madre las capturara. La alegría abandonó los ojos de Ana y fue reemplazada por algo que Vero había extrañado a muerte.... DESEO.

La castaña se obligó a tragar saliva e inconscientemente mojó sus labios, Ana siguió aquel movimiento y todo a su alrededor pareció desaparecer... Estaban tan jodidas, y tan enamoradas. Que dolía.

Para Siempre...(VerAna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora