Capítulo 23 "Los Castro"

216 25 0
                                    

Cuando Verónica finalmente se atrevió a encender su teléfono y verificar mensajes, se estremeció al escuchar la voz de su madre. No menos de cuatro mensajes de ella, cada uno más peligroso que el anterior. El quinto mensaje era de su padre. Breve y al grano. Estaban de camino. Por eso, cuando la castaña se detuvo en el trayecto de la entrada no se sorprendió al descubrir que el Mercedes negro de su padre ya estaba allí, esperando por ella. Lo rodeo, conduciendo el coche hacia la parte trasera y presionando el mando a distancia del garaje. Ya estarían dentro.

Afortunadamente, el coche de Omar no estaba. No estaba segura de querer hacer frente a los tres a la vez. Respiró profundamente, luego hizo una pausa antes de abrir la puerta. Las palabras de Ana se hicieron eco en su mente y casi... Casi... Esbozó una sonrisa.

"Dile a todos que se jodan"

Siguió el sonido de las voces que venían de la oficina de Omar. Sobre todo la voz de su madre. Hoy estaba en una extraña forma de aceptación. Verónica permaneció de pie en la puerta, mirando la espalda de su madre mientras ella continuaba su monólogo. Al parecer, el divorcio desbarataría todo por lo que ellos habían trabajado. Su padre estaba sentado en el escritorio, sus manos sostenían un vaso, probablemente lleno de whisky, asintiendo en los momentos adecuados.

Por primera vez se dio cuenta de la enorme experiencia que debía tener en esto. Como si sintiera su presencia, su madre se dio la vuelta, su mirada penetrante haciendo que fuese incapaz de moverse.

-¿Dónde has estado?- exigió ella.

-Te lo dije, tenía una cita para almorzar-dijo, su voz sonaba débil a sus propios oídos.

-Y yo te dije que queríamos hablar contigo.

Ante esto, la ojiverde entró en la habitación.

-Supongo que Omar te llamó.

-Él ciertamente lo hizo. Sea lo que sea que tengas en tu mente sobre el divorcio- dijo su madre agitando las manos dramáticamente- está simplemente fuera de cuestión. No permitiré...

-No es tu decisión. Es mía.

-No hay una decisión aquí, Verónica. Te prohíbo que arruines tu nombre... Nuestro nombre... O el nombre de Omar. No habrá divorcio.

-Madre, no soy feliz. Nunca he sido feliz en mi matrimonio. Nunca. Y no voy a seguir fingiendo lo contrario.

-Es un poco tarde para eso. Tu matrimonio es lo que haces de él, pero sigue siendo tu matrimonio. La elección está a dos años. No habrá ninguna otra mención de esto.

La castaña se volvió lentamente hacia su padre, quien todavía no había dicho ni una palabra. Reunió el poco valor que le quedaba encontrándose con su mirada.

-¿Puedo hablar contigo? A solas.

Su madre se rió detrás de ella- Te aseguro que no hay nada que...

-Socorro dijo su padre con severidad- Déjanos. Ahora.

Mientras crecía, Verónica había tenido poca interacción con su padre. Su madre dirigía la casa y el personal... Y también dirigía a su hija. Supuso que Socorro estaba a cargo de todas las cosas de los Castro. Sin embargo, la mirada en el rostro de su madre con esas pocas y simples palabras desmintió todo eso.

Su padre demandó y su madre inmediatamente tomó un papel de subordinado, inclinándose un poco antes de salir de la habitación, cerrando la puerta silenciosamente detrás de ella. La ojiverde estaba sorprendida por la transformación.

-Siéntate- dijo su padre. Levantó su copa- ¿Quieres uno?

-No, gracias- dijo mientras se sentaba. Él se recostó en la silla con un profundo suspiro- Ahora, ¿qué es esto del divorcio?

Para Siempre...(VerAna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora