Verónica sabía que probablemente no era la mejor idea que había tenido... Invitar a Ana para pasar la tarde en la piscina y luego una cena. Puso las toallas perfectamente dobladas en cada silla reclinable, preguntándose si debía llamarla y cancelar.
En las últimas dos semanas se habían visto en tres ocasiones, dos veces en casa de Isabelle para el almuerzo y una vez para la cena, cuando conoció a la familia de la hermana de Ana. Se sorprendió cuando fue incluida en la cena familiar. No sabía si había sido Isabelle o Ana.
Había disfrutado, sin embargo, ella y la menor no habían tenido ni un solo momento a solas. Recordó la vacilación de Ana cuando la había invitado a su casa. Sí, estarían completamente solas, algo que no había ocurrido en casi dos meses, no desde la tarde que habían ido a buscar casa. Si era prudente o no ya verían, pero la echaba de menos.
"Dios, espero que use un bikini..."
Sacudió la cabeza y sonrió ante su pensamiento. No, definitivamente sería mejor si la morena no usaba un bikini. Cristian ya no estaría allí para actuar como un chaperón involuntario, solo serían ellas dos.
-Somos adultas por el amor de Dios- murmuró.
Además, Cristian la había interrogado extensamente después de la última visita de la morena. Ella le había asegurado que no había nada entre ambas. Eran amigas. Nada más.
Aunque las valientes palabras de Cristian le deseaban felicidad, podía notar que estaba alterado porque ella y Omar se estaban divorciando. Sospechaba que aún peor sería descubrir que su madre tenía un romance con otra mujer. Lo que no ocurriría. Ya cada una había dicho que no habría un romance.
¿Entonces por qué estaba tan nerviosa? Bueno, no tenía más tiempo para contemplarlo. La escuchó llegar, escuchó el portazo de su camioneta. Se apresuró a regresar a la casa, echando una última mirada alrededor, asegurándose de que todo estuviese en su lugar antes de abrir la puerta.
-¡Tienes muebles!- exclamó Ana mientras inspeccionaba la gran sala.
-Sí, por fin. Aún no he utilizado ninguno. Me la paso todo el tiempo en la otra habitación- dijo, y ambas se dirigieron a la cocina.
-¿Así que estás disfrutando de tu casa?
-Mucho. Ha sido divertido decorarla de la manera que yo quiera. Por supuesto no he traído a mis padres todavía. Sólo puedo imaginar lo que mi madre va a decir.
-Es una casa grandiosa, Verónica. Si te gusta, entonces eso es lo que importa.
-Me encanta- se echó a reír- De hecho, probablemente podría vivir con sólo mi dormitorio y esto- dijo señalando desde la cocina hacia la sala de estar informal.
-Me alegro que tengas la piscina también.
-Oh, sí. He disfrutado inmensamente el patio- señaló la bolsa que la menor sostenía- ¿Has traído tu propia cena?
-Vino. No estaba segura de que tendrías. Pero veo que estás abastecida- dijo señalando el estante de vinos.
-Lo recibí la semana pasada. Realmente no necesitaba uno que contuviera treinta botellas, pero quería uno con un estante de copas.
-Que vamos a cenar, ¿por cierto?
-¿No confías en mi cocina?
Ana la miró con escepticismo- ¿No recuerdas tu intento de pasta?
La castaña se rió y tomó el vino que ella traía.
-Bueno, como he dicho, es difícil cocinar para ti. Así que me quedé con la comida italiana y ordené algunos platos en Giovanni's. Tendremos que calentar más tarde.
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Para Siempre...(VerAna)
RomantizmAna y Verónica se conocieron cuando tenían diez años de edad. Se convirtieron en buenas amigas, pero ambas sabían su lugar en la vida. Nunca hubo duda alguna que se convertirían en amantes, también nunca hubo duda alguna en que Verónica se casaría y...