Capítulo 9 "Dieciocho años"

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-Oh, Dios mío. Estoy enamorada de ustedes- dijo Tina.

Ana se recostó en el sofá, balanceando su taza de café sobre su muslo.

-Fue un día especial- admitió.

-¿Y ella correspondió?- preguntó Daniela.

-Pasamos tres horas ininterrumpidas en la cama ese día- sonrió- Estaba sorprendida de que alguna de las dos pudiese caminar al día siguiente.

-¿Cómo demonios mantuvieron escondido el romance de su madre? ¿Y de tu madre, para el caso?- preguntó ahora Tina.

-Supongo que simplemente estaban ciegas a eso. Estoy segura que cuando nos mirábamos la una a la otra estaba escrito por todas partes en nuestros rostros.

-¿Qué pasó con Omar?- habló Daniela. Supongo que finalmente se acostó con él.

Ana sintió la punzada familiar de celos, incluso después de todos estos años. Asintió con la cabeza, casi con miedo de hablar. Aclaró su garganta primero, tragándose sus celos.

-Ella tenía relaciones sexuales con él, sí. No muy a menudo... Pero lo suficiente.

-¿Cómo sabías que no era a menudo?

-Porque me lo decía.

-¿Y le creíste?- cuestionó de nuevo Daniela.

-Vero nunca me mintió acerca de nada. Como he dicho antes, sabía cuál era mi papel.

-Estaban enamoradas la una de la otra- dijo Tina ¿Cómo pudo permitir que Omar la tocara?

-Sé que es difícil de entender- respondió- Y ahora que soy mayor... Más sabía... Me doy cuenta de lo peligroso que era para nosotras. Emocionalmente peligroso, quiero decir. Verónica era alguien a quien no me podía resistir... Nunca. Y así como conocía mi papel, ella conocía el suyo. Y su papel era jugar la parte que Socorro Castro había hecho para ella. Eso incluía estar...y dormir con... Omar. Pero tenía el mismo problema que yo- dijo.

-¿Qué era?- curioseó Daniela.

-Ella tampoco podía resistirse a mí.

-Así que, ¿ustedes eran qué? ¿Estudiantes del último año en la preparatoria?

-Sí. Eso fue en el otoño. No tuvimos otra oportunidad de estar a solas de esa manera hasta las festividades. Estaba ocupada con Omar y sus amigos, con los partidos, con eventos en el club de campo. Su madre la cambió de clases de tenis al golf, así que muchos de los sábados cuando solíamos encontrar tiempo para estar juntas ella las pasaba en el campo de golf- se encogió de hombros- Tuve un par de buenos amigos en la escuela con quienes me juntaba. Eso ayudó a mantener mi mente ocupada.

-Debió haber sido terriblemente solitario para ti- dijo Daniela.

Ana la miró- Podría haberme rodeado con un centenar de personas y no hubiese importado.

-Oh, cariño ¿cómo te las arreglaste?

-No estoy segura- le dijo a Tina En nuestro último año, sólo me arrastraba, pero pasó tan rápido. La universidad era inminente y sabía que nuestra separación estaba cerca. Ella se dirigiría a su lujosa universidad de Ivy League y yo estaría destinada a comenzar mi carrera en el instituto comunitario. Era todo lo que podíamos pagar.

-Pero dijiste que fuiste a...

-Sí. La universidad- sonrió ante el recuerdo- Gracias a mi tutoría a Verónica, el Sr. Fausto me abrió una cuenta. No le dijo a mi madre. Desde luego, nunca se lo dijo a su esposa. Él se encargó de todo. Hizo que me admitieran, me consiguió una beca, todo. Cuando le entregó la cuenta a mi madre, esa fue la primera vez que la vi llorar desde la muerte de mi padre.

Para Siempre...(VerAna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora