Vero miró a través de la sala de espera hacia el esposo de la hermana de Ana. Emma y Noel estaban sentados a su lado, los tres con miradas solemnes en sus rostros. La castaña estaba en silencio, negándose a creer lo peor. Con los años, Isabelle se había convertido en mucho más que una amiga. Estaba más cerca de ella que de su propia madre.
Cerró los ojos por un segundo, deseando tener el derecho de estar con Ana se veía tan asustada. Ella había querido consolarla, pero, bueno, no sabía cuánto... Si acaso... los esposos sabían de su pasada relación. Se preguntaba si pensarían que era extraño que incluso estuviese ahí en primer lugar.
-Sabes que Isabelle piensa en ti como a una hija, ¿no?- fue sorprendida por la voz del esposo de la hermana de Ana.
Sonrió ligeramente- Te lo agradezco. La he conocido casi toda mi vida. A través de los años, ha sido más una madre para mí que la que de verdad lo es.
Él abrió su bolso y sacó unos billetes, entregándolos a Emma y Noel.
-¿Por qué no nos traen algo de beber?- miró a la castaña con las cejas levantadas, pero ésta negó con la cabeza. Tan pronto como se fueron los chicos, Él se levantó uniéndosele a su lado de la sala de espera- ¿Puedo sentarme contigo?
-Por supuesto.
La mujer de ojos verdes juntó las manos, dejando escapar un profundo suspiro.
-Mi esposa ha estado tan emocionada de estar de regreso aquí, con su mamá y Ana. Siente que perdió tanto mientras estaba en el ejército. Ella quería un poco de tiempo con ellas. Como una familia.
-Isabelle es una mujer muy fuerte- le recordó.
-Es sólo que ha pasado por tanto- el la sorprendió al extenderse y tomar su mano- Sé que tú y yo no somos exactamente amigos, pero con el paso de los años, Isabelle me ha hablado de ti a menudo. Espero no estar fuera de lugar al decir esto, pero su mayor deseo siempre había sido que tú y Ana se reencontraran otra vez.
La castaña fue sorprendida por sus palabras- Y yo que pensaba que tú y tu esposa no tenían idea de nuestro pasado- dijo ella sintiéndose un poco avergonzada por saber que era así.
-Sí. Hemos tratado de incluirte en nuestra familia- le apretó la mano y luego la soltó- Ana piensa que esconde las cosas muy bien, pero cuando ella te mira, bueno, tendrías que ser un tonto para no ver cómo ella se siente.
-¿Lo saben los niños?
-Ellos saben que su tía es gay, sí. No sé si aún las han vinculado a las dos- sonrió- ¿O estoy siendo presuntuoso?
Esta vez Verónica se sonrojó libremente- No- fue lo único que dijo.
Afortunadamente, los niños regresaron, poniendo fin a la conversación. Se sentaron al lado de su padre después de entregarle un café. La castaña apoyó la cabeza contra la pared, esperando que Ana regresara. No tuvo que esperar mucho tiempo antes de que las hermanas volvieran a entrar en la sala de espera. Sus ojos volaron hacia los de la menor, encantada de ver que algo de la angustia había desapareció. Se puso de pie cuando el esposo de la hermana de Ana lo hizo, esperando noticias.
-No sabemos mucho...-dijo esta - Pero han descartado un ataque.
-Es una buena noticia, ¿no?- preguntó él.
-Supongo- dijo Ana- Van a mantenerla aquí. Quieren hacer más pruebas mañana. Ella no recuerda lo que pasó. Dice que estaba viendo la televisión y lo siguiente que supo fue cuando mi hermana estuvo ahí, ayudándola a levantarse.
-¿Cómo está ahora?- preguntó Verónica ¿Está enfocada? ¿Alerta?
-Sí, parece estar bien- respondió la morena- Ella quiere verte vero- Y luego quiere verte a ti y a los niños- miró hacia al esposo de su hermana, agregó- Sala 118.
La casta estaba agradecida de que Isabelle hubiese pedido verla y sonrió rápidamente hacia él.
-No voy a tardarme. Sé que tú y los niños están ansiosos por verla- apretó la mano de Ana mientras pasaba junto a ella y caminaba hacia el pasillo. Giró hacia la derecha, siguiendo las indicaciones de la amplia gama de habitaciones. La puerta estaba abierta, pero llamó suavemente- ¿Isabelle?
-Entra Verónica...
La mujer mayor estaba sentada erguida, sin lucir deteriorada. Ella sonrió y dio unas palmaditas en la cama, haciendo señas para que la castaña se uniera a ella.
-Nos diste a todos un susto- dijo, tomando asiento.
-Eso parece. Se han estado quejando conmigo. Sólo tuve un pequeño percance- aclaró mientras le tomaba la mano.
La ojiverde se acomodó mejor en el borde de la cama a su lado, sonriendo mientras Isabelle envolvía su mano con la de ella.
-Te has desmayado. Fue más que un percance- dijo- Tenían miedo de que tuvieses un derrame cerebral.
-Dudo que cuando deje este mundo, sea a causa de un ataque- sacudió la cabeza.
Fue entonces cuando Verónica lo vio... Lo cansada que se veía, cuan decaído estaba su rostro. La miró a los ojos y los sostuvo.
-¿El cáncer regresó?- susurró ella.
Isabelle apretó con fuerza sus manos casi dolorosamente- Sí...
Los hombros de la castaña se hundieron mientras estiraba su espalda- ¿Cuánto tiempo hace que lo sabes?
-Hace un par de semanas. Ha sido agotador tratar de ocultárselo a mis hijas tratando de poner un rostro feliz cada vez que están cerca- dijo ella- Creo que mentalmente me afectó todo esto, la preocupación, intentando mantenerlo para mí misma.
Verónica a se inclinó y la abrazó- Podrías haberme dicho.
-Tienes suficientes problemas en tu vida. No quería ser una carga.
-No digas eso, Isabelle. Has estado allí para mí muchas veces. Nunca serías una carga.
La mayor miró hacia otro lado- No sé si soy lo suficientemente fuerte como para pasar por todo esto otra vez. Los tratamientos me han quitado tanto no sé cuánto más me quede.
-Eres fuerte. Eres una luchadora. Lo has vencido dos veces- le recordó.
-Sí, pero tal vez la tercera sea la vencida- dijo con un suspiro- Pero ya basta de eso. Ellas lo sabrán muy pronto, así que estoy segura que hablaremos de esto hasta la muerte- suspiró de nuevo- Es de ti de lo que quiero hablar. De ti y de Ana.
-Estamos... Estamos bien- asintió.
-No dejes que se quede sola esta noche. Llévatela contigo. A tu hogar. Cuando vaya a dormir esta noche, quiero saber que mis niñas están juntas.
Verónica sintió un hilillo de lágrimas bajando por sus mejillas y asintió con la cabeza- Yo me encargaré de ella- susurró.
-Bien. Y ella se ocupará de ti. Así es como debe ser- se recostó contra las almohadas- De repente estoy muy cansada. Será mejor que traigas al esposo de mi hija y a mis nietos.
La castaña se levantó, luego se inclinó y besó su mejilla- No estarás pensando en dejarnos esta noche, ¿verdad?
Isabelle sonrió débilmente- No por el momento. Como has dicho, soy una luchadora.
-Está bien. Entonces te veré mañana- se volteó para irse, pero se detuvo- Te amo.
Se sorprendió al ver lágrimas en los ojos de la mayor- Yo también te amo.
Verónica se fue rápidamente, temerosa de derramar sus propias lágrimas. Esas eran palabras que nunca le había dicho a su madre. Palabras que su madre nunca le había pronunciado a ella.
Se detuvo en la puerta de la sala de espera, sabiendo que la carga ahora era suya. ¿Debería decírselo a Ana? ¿Podría escondérselo? No, la morena merecía saberlo. Respiró profundamente, dejando que el aire saliera poco a poco, finalmente, abrió la puerta.
Sonrió, esperando que su sonrisa llegara a sus ojos mientras miraba al esposo de la hermana de Ana- Ella pregunta por ti...
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Para Siempre...(VerAna)
DragosteAna y Verónica se conocieron cuando tenían diez años de edad. Se convirtieron en buenas amigas, pero ambas sabían su lugar en la vida. Nunca hubo duda alguna que se convertirían en amantes, también nunca hubo duda alguna en que Verónica se casaría y...