-Debiste haber estado en un desastre emocional- dijo Daniela - Eso es mucho para enfrentar a los catorce años.
-Gracias- tomó el plato de lasaña de Tina y asintió con la cabeza hacia la mujer reconociendo su declaración- Sabía que lo que estábamos haciendo era una locura, sí. El paso por la pubertad y la realización de que tu mejor amiga era la que te excitaba era condenadamente aterrador. Y si su madre nos hubiese atrapado besándonos...- sacudió la cabeza- No puedo ni siquiera empezar a imaginar su reacción.
Ella se echó a reír.
-Oh, creo que si puedes imaginarlo. Eso era lo que te asustaba.
-¿Entonces tú y Verónica hablaron de ello?- preguntó Tina- Es decir, puedes llamarlo practicar y todo lo que quieras, pero estoy segura que ambas sabían lo que realmente estaba sucediendo.
-Sí, sabíamos lo que estaba pasando, pero no hablamos de ello. Ella estaba haciendo lo que se suponía tenía que hacer... Tener citas con Omar Fierro. Todo estaba separado acerca de nuestras vidas excepto eso. Diferentes escuelas, diferentes amigos. Su madre la mantenía ocupada con clases de tenis, danza, natación. A medida que iba creciendo, pasaba cada vez más tiempo con sus amigos. No porque quisiera. Sin embargo, era lo que se esperaba de ella.
-Porque era una Castro- dijo Daniela- Así que todavía las viejas divisiones de las reglas de clases seguían aplicándose. Increíble.
-Como he dicho, su madre lo tomaba muy en serio.
-¿Así que fue difícil verse la una con la otra?
-A veces. Tan ocupada como ella mantenía a Verónica, así su madre tenía muchas actividades por su cuenta. La cena era a las siete y ni su madre ni su padre llegaban a casa mucho antes de eso- probó un bocado de la lasaña y asintió con la cabeza- Esto está delicioso, Tina. Gracias por hacerla vegetariana.
-Gracias. Y de nada- sonrió.
-¿Cuánto tiempo pasó para que besarse ya no fuese suficiente?- preguntó Daniela sin rodeos.
-Quieres decir, ¿Cuándo empezamos a tocarnos?
-Estoy asumiendo que no profundizaron y se convirtieron en amantes. Eran vírgenes- dijo.
-Vírgenes, pero no inocentes. Quería tocarla pero tenía miedo- Ana sonrió- La primera vez que me atreví a tocar sus pechos, tenía quince años.
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-Logré una A en mi prueba- dijo Verónica con entusiasmo, levantando la hoja para que Ana la viera.
-Bueno, mírate- dijo- ¿Ves? Te dije que iba a estar bien.
-Lo sé. Sin embargo aun así estuve sorprendida.
La menor siguió a Verónica hacia su sala de estudio y se dejó caer en el suelo donde normalmente se sentaban. La Castaña se sentó con las piernas cruzadas junto a ella, con una sonrisa en su rostro.
-¿Qué?- preguntó Ana, sonriendo también.
-Susana va a tener una fiesta mañana por la noche.
Ana ladeó la cabeza, sonriendo- ¿Y? ¿Quieres practicar el baile?
La mayor asintió, con su expresión seria.
-¿Podemos?
Ana se entusiasmó con la idea, pero no quiso parecer demasiado ansiosa.
-¿Qué clase de baile?
La suave sonrisa de Verónica provocó un escalofrío sobre su espalda.
-Lento...
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Para Siempre...(VerAna)
RomanceAna y Verónica se conocieron cuando tenían diez años de edad. Se convirtieron en buenas amigas, pero ambas sabían su lugar en la vida. Nunca hubo duda alguna que se convertirían en amantes, también nunca hubo duda alguna en que Verónica se casaría y...