-¿Embarazada? No perdieron el tiempo ¿verdad?
-Estoy segura que fue parte del programa organizado que su madre tenía planeado para ella- dijo Ana con tono amargo. Miró a Daniela en espera de su crítica.
-Supongo que Verónica no trabajó- dijo- ¿Su título era para el espectáculo?
Ana asintió- Las mujeres Castro no trabajan- se aclaró la garganta, casi librándose- Debería irme. Es tarde.
-Oh, no. Todavía no- protestó Tina No puedes irte sin terminar tu historia.
-No queda mucho por contar. Sólo la he visto un par de veces desde entonces- dijo.
-¿Qué tal más café? Es descafeinado- ofreció la castaña.
-Está bien- asintió- Tomaré otra taza.
-¿Cómo te las arreglaste para evitarla todos estos años?- preguntó Daniela Quiero decir, las veces en las que ibas a México.
-Fueron cinco años después que mi madre enfermó por primera vez. Antes, cuando iba de visita no lo anunciaba. Solo me aparecía. Permanecía una noche y me iba a la mañana siguiente. Nunca vi a Verónica dijo- Cuando mi madre se enfermó, mi hermana ya estaba retirada de las fuerzas armadas y abrimos nuestra primera tienda unos seis meses antes. Nos turnábamos entonces, para estar con ella, llevarla a las citas médicas y otras cosas.
Tina le dio otra taza de café- ¿Y no hablaste con Verónica en todo ese tiempo?
-No. Pude sacarla de mi mente. Tenía citas. Tenía amigos. Era cuando iba a México cuando ella ocupaba el lugar protagónico de mi mente.
-¿Pero la viste nuevamente?
-Sí. Tenía veintiocho años...
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-¿Estás cómoda?- preguntó Ana mientras ahuecaba las almohadas debajo de las piernas de su madre.
-Deja el alboroto- dijo Isabelle- Estoy bien- Ana se sentó en la silla junto a la cama de su madre, con la preocupación grabada en su rostro. Trató de ocultarlo, pero ella le sonrió tranquilizadoramente- No voy a morir todavía. Deja de lucir tan asustada.
-Nunca has estado enferma anteriormente- dijo.
-El cáncer es una cosa de miedo, ¿no? Pero los médicos parecen pensar que podremos manejarlo. Tengo que creer en ellos.
La morena dejó escapar un suspiro- ¿Has vuelto a pensar en ello?.
-¿Retirarme? Sí.
-¿Y?
-Y tú y tu hermana tienen razón. Es el momento. Pero, ¿a dónde iría? Tenías diez años cuando nos mudamos aquí. Sé que no es mucho, pero ha sido nuestra casa en estos últimos dieciocho años.
-Lo sé, mamá. Te encontraremos una casa. Algo bien iluminado y ventilado, con un pequeño patio- miró a su alrededor- Siempre sentí como si estuviésemos en un calabozo aquí.
-Sí, lo sé. Era por eso que pasabas la mayor parte de tu tiempo al aire libre, en la cubierta- dijo con una sonrisa- O arriba en la habitación de Verónica.
Ana miró hacia otro lado, no quería pensar en eso Verónica ya no era parte de su vida. Había terminado con eso. Habían pasado más de cinco años desde que la había visto. Ocho desde que habían... Dormido juntas. Era asombroso cómo aquí... En la mansión... Los recuerdos estaban todavía tan frescos.
-No has visto a su hijo ¿verdad?- declaró su madre- Es un niño tan lindo. Y muy inteligente- la menor no respondió. Isabelle sabía muy bien que ella nunca lo había visto- Lo que sea que haya pasado entre tú y Verónica, eran tan buenas amigas. No entiendo por qué evitarla.
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Para Siempre...(VerAna)
RomanceAna y Verónica se conocieron cuando tenían diez años de edad. Se convirtieron en buenas amigas, pero ambas sabían su lugar en la vida. Nunca hubo duda alguna que se convertirían en amantes, también nunca hubo duda alguna en que Verónica se casaría y...