Ana estaba dando vueltas en el mismo punto y lo sabía, pero al parecer había heredado la terquedad de su madre.
-Te lo dije, me siento bien- dijo Isabelle por cuarta vez.
-El doctor dijo que lo tomaras con calma- le recordó ella.
-¿Y para ti eso significa que debo estar en cama de reposo?
-Sí.
-Verónica y Cristian van a venir y prefiero compartir con ellos aquí, que en mi habitación- dijo mientras se sentaba en el sofá- Después del almuerzo, te prometo que iré a acostarme.
Aunque la morena no quería tratarla como a una enferma, había estado presente cuando el doctor le había dicho que descansara. Aún no tenían ninguna explicación de su desmayo. Pero no tuvo más tiempo para discutir. Un par de golpes a la puerta le dijeron que Vero... Y Cristian... Ya estaban ahí, y no le importaba admitir que estaba un poco nerviosa. La castaña le había dicho que planeaba decirle a su hijo acerca de ellas, no quería escondérselo... A nadie.
Ana podía enfrentar a la madre de Verónica, su padre, incluso a Omar. ¿Pero su hijo? Sabía que lo que realmente temía era que si él no apoyaba esto, si no lo aceptaba, entonces la mayor huiría de todo nuevamente, rehuyendo a lo que sentía en su corazón por el bien de otra persona.
Su madre debió de notar su vacilación- Cristian ama muchísimo a su madre-dijo- Lo único que quiere es verla feliz.
- Ah... ¿Así que ahora puedes leer mi mente?- respondió con otra pregunta, mientras se dirigía hacia la puerta.
-Siempre pude leer tu mente- dijo su madre riendo.
Tomó una rápida respiración, entonces abrió la puerta, su mirada aterrizó primero en Verónica antes de deslizarse hacia Cristian. Se sorprendió al encontrarlo con un toque de diversión en su rostro. ¿Era su nerviosismo tan evidente?
-Hey, pasen- dio un paso fuera del camino- Me alegro que hayan podido venir- hizo un gesto con la cabeza- Ella está en la sala de estar en el sofá.
Tan pronto como el muchacho estuvo fuera del alcance del oído, Ana se volteó hacia la castaña.
-¿Cómo te fue?- le preguntó en voz baja.
Verónica tocó su brazo, dejando que sus dedos permanecieran ahí- Todo salió bien- se acercó más- Te extrañé anoche- susurró.
La menor estaba segura que su alivio era visible.
-¿Así que ya no estamos en problemas?
-No estamos en problemas- levantó las cejas- ¿De qué tenías miedo?
La morena miró hacia otro lado, escuchando a su madre y a Cristian hablar pero sin escuchar sus palabras. Miró a la ojiverde y sostuvo su mirada.
-Tenía miedo de que él... Que no lo aceptara y entonces tú... Tú me dirías...
-Oh, cariño- murmuró tirando de ella en un apretado e íntimo abrazo- Te amo, Ana. No permitiría que nadie... Ni siquiera Cris, aunque no lo creía posible... Nos separara otra vez- la besó y la menor sintió que todas sus preocupaciones se desvanecieron, haciéndole sentir tonta por ello en primer lugar.
-Vaya, ustedes dos, ¿no pueden esperar?
Se separaron sintiéndose culpables, ambas sonrojadas cuando Cristian se quedó mirándolas. Ana abrió la boca para disculparse, pero la castaña la detuvo con una risa rápida
-Entonces deja de acercarte sigilosamente hacia nosotras- dijo yendo hacia él y entrelazando sus brazos- ¿Cómo está Isabelle?
La morena les siguió al interior, mirando los ojos sonrientes de su madre. Se sonrojó nuevamente.
-Él se ha vuelto tan alto- dijo Isabelle
-Lo sé. - respondió- ¿Cómo te sientes?
-Me siento bien, a pesar de que ésta mujer- dijo señalando su hija- Insiste en que debería estar en la cama- acarició el lugar a su lado- Ven a sentarte conmigo.
Vero asintió y se sentó a su lado. Ana supo inmediatamente que su madre y Cristian habían estado planeando algo.
-¿Hay algo en lo que pueda ayudarte en la cocina?- la miró el muchacho.
La morena no podía creer que tenía miedo de este chico de quince años, pero así era.
-Claro- dijo mientras se dirigía a la cocina- Yo... Uhm... Estoy haciendo tofu y verduras salteadas- apuntó hacia las verduras ya cortadas- Y lo pondremos sobre la pasta.
Él no estaba mirando las verduras- Mi mamá dice que la amas.
Ana se mordió el labio inferior- Sí. Lo hago.
-Dice que ella también te ama.
-Sí- asintió.
Cristian la miró durante un largo rato, lo suficiente como para que la morena cambiara nerviosamente de un pie a otro.
-Ella y mi padre... Nunca fueron cariñosos entre sí. Nunca- ella no supo qué decir, así que se limitó a asentir de nuevo- ¿Me prometes que no le harás daño?
-Nunca voy a hacerle daño, Cristian se sonrieron, y la menor le acarició la mejilla- Lo prometo...
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Vero apretó la mano de Isabelle ¿Crees que Ana necesita ser rescatada?
-Creo que Cristian necesitaba saber si sus intenciones eran buenas- respondió- ¿Qué hay de ti?
-¿Yo? ¿Qué quieres decir?
-Él dijo que le contaste sobre ustedes. ¿Estás bien con todo eso?
-No fue una sorpresa para él, ya mi madre le había dicho que yo estaba perdiendo la cordura- dijo con una sonrisa tranquila- Pero, sí, estoy bien.
-No puedo creer que le hayas dicho a tu madre. Imagino que eso la envió dentro de una espiral.
-No hemos hablado desde entonces- admitió- Sigo esperando que mi padre me llame o venga, pero él ha estado llamativamente silencioso.
-Bueno, supongo que no es una gran sorpresa para él. Sospechaba... Cuando eran más jóvenes que.... Tanto él, como yo, sabíamos que había algo más que amistad en tu relación con Ana.
-No lo sé- negó con la cabeza la castaña Él no estaba mucho por los alrededores- se encogió de hombros- ¿Qué hay de ti? ¿Realmente cómo te sientes?
-Cansada. Con muy poca energía.
-¿Has decidido cuándo tendrás la cirugía?
-Vamos a programarlo tan pronto como sea posible. El médico me dijo que podía esperar hasta después de las celebraciones, pero quiero acabar de una vez. Mis hijas tienen la tienda. Sé que querían tener la inauguración en noviembre. No quiero ser una carga para ellas.
-Isabelle, ellas nunca...
-Lo sé, lo sé. Pero cuanto antes tengo la cirugía, antes podré recuperarme. No quiero que Ana se sienta responsable de mí. Prefiero que esté contigo.
La castaña se acercó y la abrazó- Algo resolveremos- dijo ella.
Sí, quería que Ana estuviese con ella, todos los días, todas las noches. Pero no a costa de que Isabelle estuviese sola.
-¿Están listas para el almuerzo?- llamó la morena desde la cocina.
-¿Me pregunto con qué habrá salido esta vez?- bromeó Isabelle.
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Para Siempre...(VerAna)
RomanceAna y Verónica se conocieron cuando tenían diez años de edad. Se convirtieron en buenas amigas, pero ambas sabían su lugar en la vida. Nunca hubo duda alguna que se convertirían en amantes, también nunca hubo duda alguna en que Verónica se casaría y...