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Seokjin no podía dejar de admirar la belleza de Hoseok, él simplemente estaba maravillado con cada rincón de su rostro

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Seokjin no podía dejar de admirar la belleza de Hoseok, él simplemente estaba maravillado con cada rincón de su rostro.

Una vez más pasó sus nudillos por sus mejillas haciendo que el pelinegro lo mire y sonría.

—¿Qué pasa? —preguntó Hoseok ladeando la cara, mirándolo con curiosidad. El mencionado se acercó y besó su mejilla que hacía unos segundos acariciaba.

—Nada, cariño.

Hoseok frunció los labios de forma pensativa pero volvió a lo suyo, intentando coser su nueva adquisición de la tierra. El peluche.

El ángel mensajero tomó un mechón de su cabello negro y lo colocó detrás de su pequeña oreja, acariciandola de paso.

—Veo que gusta mucho esa cosa, ya tienes como siete iguales —comentó Seokjin recordando sus demás peluches de la misma ave. Por alguna razón, que desconocía, el pelinegro tenía gran fascinación por ese ser.

—No es una cosa —dijo haciendo un puchero—. Se llaman flamencos, ¿son hermosos no crees?

Seokjin sonrió enternecido.

—Algo, pero no tanto como tú —Hoseok rió bajito pero hizo un gesto de dolor y Seokjin se asustó—. ¿Te pinchaste? ¿Estás bien? ¿Te duele mucho? —comenzó a interrogar demasiado preocupado mientras tomaba su mano y la revisaba.

Hoseok rió bajito. —Estoy bien, Jinie. No te preocupes. Sólo me pinché un poco con la aguja.

Seokjin besó su dedo volviéndolo a hacer reír.

—Te dije que no es buena idea que estemos aquí y menos materializados —regañó Seokjin y el pelinegro lo miró con ojos tristes—. Lo siento, Hobi. Pero no quiero que te hagas daño —susurró igual de preocupado y el ángel pelinegro le sonrió girándose para poder envolver sus brazos encima de sus anchos hombros, en un cálido abrazo. Y tal vez sólo por eso amaba cuando se materializaban, el tacto del cuerpo humano era fantástico.

—Gracias por preocuparte y cuidarme tanto, Jinie... ¿qué haría sin ti?

Seokjin suspiró acariciando su espalda: —Te amo, no lo olvides. Siempre estaré contigo, Hobi.

—Te quiero mucho —dijo Hoseok con tono alegre alejándose y dándole un beso en la mejilla.

—Bien, entonces, volviendo al pájaro-

—Flamenco —le corrigió Hoseok volviendo a tomar su peluche y la aguja con hilo rosa.

—Está bien, volviendo al flamenco... ¿por qué te gusta tanto de pronto? No recuerdo que el mes pasado fueras tan fan de ellos.

Hoseok se encogió de hombros terminando de coser la pancita a su flamenco. Y le sonrió al peluche como si éste tuviera vida.

—Había una niña que lo tenía una vez que bajamos a pasear —contó con una sonrisa débil—. Cuando lo vi... sólo me gustó. Me sentí... feliz al verlo, por alguna razón.

Príncipe del Cielo [ vhope ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora