-XXXIII-

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Liam (POV):

El autocontrol que estaba teniendo en aquel momento fue descomunal. Verla así, desnuda ante mí, volvía a mi animal interior loco. Sus caderas, su cintura, la forma en la que sus pechos me miraban, los suspiros de placer que salían por esos labios tan apetecibles que tenía mí bonita sobre su cara... todo ella estaba tallado por los mismísimos ángeles. Quería que su primera vez fuera bonita, que no sufriera demasiado, sobre todo al principio.

La primera vez que introducí el miembro viril en su intimidad noté como arqueaba la espalda.

-        ¿Estas bien bonita? – Se susurre agarrándole de las manos, que estaban sobre su cabeza.

-        Si... - Gimió. – sigue Li.

Comencé a moverme lentamente viendo como echaba la cabeza hacia detrás, cada movimiento, cada puto sonido que salía de su boca me excitaba mas que el anterior. Llevaba tanto tiempo queriendo tenerla de esta manera que todavía me costaba creer que por fin estábamos completamente unidos.

-        Más Liam... - Me rogó.

-        ¿Más qué, bonita? – Hable en su cuello mientras lo devorada.

-        Más rápido.

Comenzó a gemir cuando las embestidas se hacían más rápidas y repetitivas. Agarre su cintura para girar sobre nuestros cuerpos. Sin salir de ella le hice sentarse encima mío, me senté de igual manera agarrando con fuerza sus caderas. Me dedique a memorizar de nuevo todos y cada uno de sus preciosos rasgos. Sus labios entreabiertos y sus mejillas sonrojadas no hacían ver cuan excitada estaba, como lo estaba yo.

-        Muévete bonita, yo te ayudo. – Esta me sonrió de una forma muy picara.

Empezó a moverse de arriba abajo con lentitud, yo alternaba entre sus labios, su cuello y sus insaciables pechos los cuales tenían los pezones completamente erizados.

-        Oh dios... - Gimió.

-        Bonita. – Gemí de vuelta. – Mírame bonita, quiero que me mires cuando llegues al éxtasis.

Sus brillantes y azules ojos se fijaron en los míos.

Nuestros jadeos se escucharon durante mucho tiempo, no podíamos separarnos el uno del otro. Ambos sudábamos al compás de nuestros cuerpos, después del primer orgasmo vino el segundo, y del segundo vino el tercero. Mi bonita me pedía más y más, y yo desde luego no iba a decirle que no.

 Mi bonita me pedía más y más, y yo desde luego no iba a decirle que no

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Abrí los ojos cuando escuché un pequeño bostezo a mi lado. Tenia un cuerpo sobre el mío dándome un calor reconfortante y totalmente maravilloso. Giré mi cabeza fijando mi vista en la dulce cara de mi chica, quien con ojos somnolientos me miraba con sus mejillas con la tonalidad rubí que solían tener.

-        Creo que me duele un poco ahí abajo. – Me susurró haciéndome soltar una ronca carcajada.

-        Anoche no me dejaste ni descansar dos minutos Sam, creo que es normal. – Esta avergonzada metió su cabeza en el hueco de mi cuello.

Mi perdición. #MT3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora