Sam (POV):
Los días se hicieron semanas y las semanas se hicieron meses. Después de mi primera transformación Liam me ayudo mucho a estudiar e investigar todo sobre los lobos sanadores. Hace uno quinientos años se extinguieron como castigo de una Diosa Luna hacia los licántropos y con ello la raza que ahora mismo yo era. También, según leí en el libro, debían de existir, al menos, dos familias de hace cien años que nacieron con el don de la sanación.
En mi forma de loba para poder sanar heridas simplemente tenía que acercar el hocico y concentrarme, la media luna de mi frente se iluminaba indicando que estaba funcionando, sin embargo, en mi forma humano tenia que poner la mano encima, y por arte de magia, una media luna aparecía en la palma de mi mano iluminándose. Por lo que leí en el libro que me dio Alaia, libro que leí por lo menos cinco veces este verano, el poder de la sanación es una bendición que la Diosa otorgaba.
A eso se refería con que mi loba seria alguien especial.
Durante todo el verano había estado entrenando con Kayla muy duro, mejoraba cada vez mas rápido, al igual que mi velocidad, reflejos y fuerza. Estaba realmente orgullosa de mi misma, en ese mismo instante de mi existencia podía decir que había superado innumerables cosas, incluyendo una prueba de muerte para poder ser un licántropo y gozar de salud junto con Liam durante muchísimos años.
Un mes atrás la madre de Liam, mi suegra Amanda, salió de la pequeña planta de rehabilitación que tenía el hospital de Trisquel. No podía juzgar su comportamiento anterior porque no lo llegue a ver, pero sí que vi el sufrimiento de Liam, no obstante, Amanda parecía imprimada por su hijo, todos los días venía a verlo y pasaban ratos y ratos juntos. Y a mí lo único que me importaba es que Liam era feliz. Aquella mujer consiguió un trabajo, más bien, adquirió un pequeño local donde a penas días atrás comenzó a vender dulces caseros junto con ayuda de la abuela de mi chico.
Agarré una foto que tenia sobre la mesita auxiliar de mi habitación, sonreí sin poder evitarlo. Éramos Kayla, Talia, Cami y yo este verano. Las cuatro estábamos llenas de pintura después pintar con Kyle un enorme mural, aprete los labios intentando aguantar las inmensas ganas que tenia de echarme a llorar. Guarde aquella foto en la segunda gran maleta que había extendida sobre la cama.
Kayla había decidido hacer un curso superior de dos años de fotografía cosa que iría intercalando con su papel de Luna e instructora, junto con Jolie, de defensa personal a los más jóvenes de la manada. Estaba orgullosa de ella.
Talia y Dylan, después de su enorme reconciliación, habían vuelto a su empalagosa situación, ¡incluso Dylan vino este verano varias veces a la manada! Ambos se iban a la universidad de Nueva York a estudiar, Dylan haría ingeniería informática y Talia diseño.
Cami y Adam... bueno, Adam no se tomo muy bien al principio que ella fuera su alma gemela, su código de cazador le hacia repeler la situación, aunque evidentemente la química entre ellos se notaba a la legua. Habían tenido alguna cita, además de mencionar que ambos, juntos con Talia y Dylan, se iban a la universidad de Nueva York. Adam haría la misma carrera que su amigo y Cami, después de muchas dudas, haría electrónica.
Cerré la maleta con pesadez.
- Ya está... - Susurré mirando todas las cosas que había empacado en dos maletas grandes, una mochila de mano y dos cajas llenas de cosas varias.
Me gire al escuchar alguien entrar en la habitación. Sonreí al ver a Liam entrar con rapidez para cogerme en brazos y darme un par de vueltas sobre sus pies. Me aferre a su cuello soltando una enorme carcajada cargada de felicidad. Me dejo en el suelo dándome un suave y maravilloso beso en los labios.

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Mi perdición. #MT3
WerewolfÉl es Liam Wells, con una personalidad arrolladora. No es el típico chico malo, al contrario, es alguien tierno, romántico, y simpático. Él es él Beta de la manda Trisquel, y su vida de un vuelco cuando encuentra a su chica, su alma gemela, su mate...