-IV-

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Samantha (POV):

Estaba sentada en la silla de mi pequeño escritorio mirando la pantalla del móvil. Como era lógico, este cacharro no tenía WhatsApp, ni si quiera tenía donde poder instalar aplicaciones, se limitaba a tener llamadas y mensajes.

Lo suficiente.

No sabía que hacer, apenas unas horas atrás aquel chico, Liam, había escrito su número de teléfono en mi agenda. Me gustaría hablarle, decirle que si, que quiero una cita con él, mi primera cita. 

Pero, ¿quien se fijaría en unos ojos tristes, una sonrisa rota y un corazón hecho pedazos?

No necesitaba preguntar, porque sabía de sobras la respuesta. Nadie, absolutamente nadie. Inconscientemente dirigí mi mirada a una foto enmarcada en un viejo marco de madera. Éramos mi madre y yo, cuando apenas tenía cinco años, justo dos meses antes de que falleciese por un soplo en el corazón.

Mordí mi labio cerrando mi móvil, dejándolo en un borde de la mesa. Mire mi trabajo de física avanzada sobre la física cuántica, o al menos sobre una parte de ella. Sonreí orgullosa guardándolo en la mochila cuando la gruesa voz de mi padre me llamó.

-¡Samantha! ¡SAMANTHA!-La puerta se abrió de par en par mostrando a un hombre de cincuenta años, con una barba sin afeitar y un pelo graso. Su barriga sobresalía por los botones de su camiseta y sus pantalones estaban sucios de grasa.-¡¿Donde está mi puta cena?!-Me levante temblando mirando hacia el suelo.

-Yo...yo estaba haciendo un trabajo. Lo...lo siento papá, ahora mismo te la hago.-Mi cuerpo cayo al suelo cuando un puño impacto sobre mi mejilla.

-¡Ya te estás tardando!-Asenti temerosa saliendo de allí corriendo.

Lo que más deseaba era poder irme de esta casa con una beca entera para la universidad, y huir de esta carcel.

(...)

Llegue al instituto, como era de costumbre cinco diez minutos antes. Pasee entre los pasillos con la cabeza agachada, si no miraba de frente ni a los ojos de nadie me evitaba muchos problemas que ni si quiera buscaba.

Suspire con pesadez recordando la noche anterior. No había contestado a Liam aunque me moría de ganas por hacerlo. Pero, ¿para que? Luego se daría cuenta lo rota que estoy y lo poco que valgo, y me dejaría más dañada de lo que ya me siento.

-¡Sam!-Pegue un salto al sentir el brazo de Kayla rodearme los hombros.-¿Como estas?-Levanta la cabeza fascinada por su vitalidad.-¿Te sientas en el almuerzo conmigo y mis frikis?

-Hola Kayla.-Dije con una suave sonrisa.-Bien, como siempre.-Se ceño se frunció al ver un pequeño hematoma en mi mejilla.-No es nada Kay, ayer me golpeé con el pomo de la muerta de casa.-Hizo una mueca con su boca.-Y no, iré a la biblioteca, pero gracias.

-Uf...que eso te debió de doler.-Me mordí el labio evitando recordar lo que en verdad había pasado.-Como quieras Sam, ya sabes que eres bienvenida en nuestra mesa.-Le sonreí viendo como se iba dirección contraria a mia.

Suspire pesadamente cuando divisé la puerta de mi clase, Química avanzada. Entre sentándome al final de la clase junto a la ventana.

(...)

Al salir del instituto una parte de mí esperaba ansiosa ver a Liam, sin embargo no estaba ahí, como ha estado muchos días. El prometió lo que dijo, y es que no me perseguiría y esperaría mi respuesta, respuesta que todavía no he escrito.

Ansío contestarle y ponerle que si, pero mi otra parte que siempre está atacándome me dice que no lo haga, que no merece la pena que deje que me rompan el corazón, más de lo que está ya.

Mi perdición. #MT3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora