Capítulo 41: Salida.

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-¡¿Tienes orejas?! -dijo sonriendo mientras tocaba su cabeza

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-¡¿Tienes orejas?! -dijo sonriendo mientras tocaba su cabeza. Mikanel suspiró cuando el niño comenzó a acariciar detrás de sus orejas.

-Puedo volver todo mi cuerpo en lobo. Pero creo que las cadenas no me dejan transfomarme completamente.

-¿Por qué estás encadenado?

-Están experimentando conmigo.

-¿Y tú quieres estar aquí?

-No.

-¿Por qué no te vas?

-¿Sabes dónde está el portal?

-No. -Mikanel bajó la mirada desilucionado, el niño miró a todos lados escuchando como abrían la gran puerta-. ¡Lo buscaré! Te diré mañana. -dijo y se fue por el lado contrario antes de que llegara un guardia que estaba buscándolo.

...

La paz abandonó el calabozo cuando llegó el rey de los ángeles. Una gruesa cadena terminó enrollada alrededor de su cuello.

-¿Por qué le hiciste eso a mi hijo? -le preguntó imponente mientras que un guardia apretaba más la cadena en su cuello, el aire se volvía escaso y el que llegaba lo estaba quemando-. Aprieta más. -ordenó, al estarse ahogando Mikanel se revolvió frenéticamente en su lugar soltando gritos y graves quejidos mientras jalaba sus manos tratando de soltarse-. ¿Te crees muy fuerte? -enterró un cuchillo en su corazón haciéndolo soltar un quejido de dolor, le apuñaló el corazón, el rey volvió a sacar el cuchillo y sintió otras cinco puñaladas en su pecho se quejó-.Te crees muy poderoso? -acercó su mano colocándola en su cara, Mikanel gritó, ¡Quemaba!-. ¡¡¿Eres fuerte ahora?!! ¡¡Ya no pareces tan fuerte!! -todos los túneles se inundaron de sus gritos, Mikanel quería morir, el guardia dió otra vuelta con la cadena en su cuello afirmando el agarre, su pecho sangraba y no lograba curar una cuando ya sentía el cuchillo volver a entrar en su piel, otra puñalada-. ¡¡No pareces tan fuerte ahora!! -colocó su otra mano encima de sus ojos.

-¡¡Hijo de puta!! -le gritó con rabia-. ¡¡Mierda!! ¡¡Cesil!!

Mikanel abrió los ojos consiguiendose a Cesil frente a él. Un suave susurro lleno de desesperación apenas logró salir de sus labios. Cesil lo abrazo...

-Ayúdame, Cesil. -lloriqueo.

«Tranquilo, Mikanel.»

El cuerpo físico de Mikanel tuvo un último quejido y dejó de moverse. El rey frunció el seño, la asfixia de la cadena abandonó su cuello y su cuerpo se estrelló en el suelo inconsciente. Cesil lo había puesto a dormir para que parará de sufrir.

El calabozo se quedó vacío por fin después de horas, Cesil abrió los ojos inhalando profundamente ese aire por fin después de tantos años.

-Tranquilo, Mikanel, saldremos de aquí, no pienso morir así.

La Constelación Dorada. [TRILOGÍA DE ÁNGELES Y DEMONIOS] IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora